Reportaje:

A golpe de dignidad

Una mujer crea una empresa con empleadas que han sufrido malos tratos

María José Cabrera Victoria no se lo pensó ni por un momento: la tercera vez que su marido le levantó la mano ella le plantó cara. '¿Miedo? Claro que tenía miedo, pero no podía actuar como si lo tuviera. No había ningún motivo para que me insultara y me pegara. Creo que somos adultos y no tenemos por qué aguantar esas situaciones', explica esta mujer de 35 años que sabe bien lo que es ser maltratada.

'Me casé a los 20 años. Todo iba bien. Pero cuando pasaron 10 años se cruzó una tercera persona en la vida de mi marido y entonces él comenzó a cambiar. Ahí fue donde empezaron los malos tr...

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María José Cabrera Victoria no se lo pensó ni por un momento: la tercera vez que su marido le levantó la mano ella le plantó cara. '¿Miedo? Claro que tenía miedo, pero no podía actuar como si lo tuviera. No había ningún motivo para que me insultara y me pegara. Creo que somos adultos y no tenemos por qué aguantar esas situaciones', explica esta mujer de 35 años que sabe bien lo que es ser maltratada.

'Me casé a los 20 años. Todo iba bien. Pero cuando pasaron 10 años se cruzó una tercera persona en la vida de mi marido y entonces él comenzó a cambiar. Ahí fue donde empezaron los malos tratos psíquicos. Me llamaba de todo, me decía que se tenía que separar de mí porque yo tenía la culpa de todo. Después empezaron las agresiones físicas. Me levantó la mano dos veces. La tercera me dije a mí misma que ya estaba bien', relata María José, natural de Granada pero afincada desde hace muchos años en Almería, donde se casó y tuvo dos hijos con el hombre del que se separó hace cinco años.

Mientras estuvo casada, María José compaginaba las labores domésticas con trabajos en almacenes agrícolas o como limpiadora. Cuando decidió huir de una situación que su carácter vitalista y su propia dignidad como persona no le permitía soportar se trasladó con sus dos hijos a la casa de sus padres. Siguió trabajando para sacar a sus hijos adelante y estableció una relación sentimental con otra persona. Pero la mala suerte volvió a visitarla. 'Con esa segunda persona fue aún peor que con mi marido. En cuanto me di cuenta salí corriendo y regresé con mis padres', explica.

Hoy María José Cabrera tiene su propia empresa de limpieza a la que ha llamado María Victoria. La montó a principios de año con mucha ilusión y unos pocos ahorrillos. Todavía no ha conseguido un local que le sirva de sede y no cuenta con ningún tipo de subvención.

'Fui a todos los sitios en busca de ayuda y no obtuve ninguna porque soy trabajadora autónoma. Todos me decían que tenía que montar una cooperativa o una sociedad. Yo fui a buscar ayuda sin desanimarme', explica, para añadir a continuación que ha podido comenzar a funcionar gracias a la colaboración que le han prestado empresas constructoras para las que trabaja limpiando los edificios de nueva edificación.

El mérito de esta mujer no está sólo en haber logrado crear una empresa a golpe de dignidad y confianza en sí misma, aspectos ambos que estuvo a punto de perder. La plantilla de la empresa (17 personas) también dice mucho de su impulsora. Todos los empleados son mujeres que han sufrido también malos tratos o hijos de mujeres maltratadas.

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El modo en el que surgió la idea de crear la empresa es igualmente revelador del compromiso de María José Cabrera para con ella misma y con las personas que han podido sufrir o siguen sufriendo el calvario que ella tuvo que conocer. 'Decidí poner en marcha la empresa de limpieza un día en el que me enteré de que otra mujer había muerto por culpa de su pareja. Yo tuve suerte en lo que me tocó vivir, aunque era consciente que en algún momento de mi vida podría haberme convertido en otra víctima mortal. Eso me animó a luchar más aún y sacar adelante este proyecto, por mí y por otras mujeres como yo', explica María José.

Pionera empresarial

El caso de María José Cabrera es novedoso y especialmente admirable por el valor que requiere montar una empresa cuando se ha sido víctima de tratos vejatorios que suelen minar la capacidad de acción. Que una mujer maltratada inicie un negocio en el que da empleo a otras mujeres que han pasado por su misma situación no se ha dado hasta el momento, según confirma la propia protagonista, convertida, a su modo, en una pionera empresarial. Para conformar su plantilla de trabajadoras esta mujer contactó con asistentes sociales y, después, dejó que hiciera efecto el boca a boca entre las propias mujeres. Desde que montó la empresa ya le han llamado muchas personas (la mayoría mujeres maltratadas) que esperan poder contar con un trabajo en la empresa de María José. La impulsora de esta iniciativa empresarial guarda celosamente la identidad de sus trabajadoras porque muchas siguen aún presas del miedo a represalias o amenazas por parte de sus ex parejas. Ella, sin embargo, no tiene ya ningún temor. 'Después de separarme claro que he visto al que fue mi marido. Pero no tengo miedo. No me ha vuelto a amenazar. He tenido algunas llamadas telefónicas, pero lo típico', comenta con entereza. De entre los antecedentes más destacables a la historia de María José Cabrera, destaca en Almería la constitución de una asociación de mujeres maltratadas que intenta velar por los derechos de estas mujeres y apoyarlas, lo que incluye establecer líneas de trabajo encaminadas a su inserción laboral. Esa asociación, presentada hace meses por la representante provincial del Instituto de la Mujer, Adela Segura, es, hasta ahora, lo más parecido al paso hacia adelante que, con valentía y a cara descubierta, ha dado María José Cabrera Victoria.

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