OPINIÓN DEL LECTOR

Una paliza

Carmen, una mujer dominicana de unos 35 años, yacía el pasado día 19 en las escaleras del metro de Alvarado llorando y con claros síntomas de haber recibido una paliza. Varias personas nos detuvimos para auxiliarla.

La mujer tenía golpes en la cara y se quejaba de fuertes dolores en la espalda. Un médico que pasaba por el lugar pidió que no la moviéramos, así que la acomodamos como pudimos mientras nos contaba que su marido le había pegado allí mismo. Llamamos al Samur y a la policía. Dos agentes llegaron primero e intentaron tranquilizarla. Pregunté a uno de los policías que si, frente...

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Carmen, una mujer dominicana de unos 35 años, yacía el pasado día 19 en las escaleras del metro de Alvarado llorando y con claros síntomas de haber recibido una paliza. Varias personas nos detuvimos para auxiliarla.

La mujer tenía golpes en la cara y se quejaba de fuertes dolores en la espalda. Un médico que pasaba por el lugar pidió que no la moviéramos, así que la acomodamos como pudimos mientras nos contaba que su marido le había pegado allí mismo. Llamamos al Samur y a la policía. Dos agentes llegaron primero e intentaron tranquilizarla. Pregunté a uno de los policías que si, frente a situaciones como ésta, buscaban al marido para prevenir nuevas agresiones. Contestó: 'Depende del caso, pero normalmente no, porque estas mujeres no suelen denunciarlo'. A los pocos minutos llegó la ambulancia. El personal del Samur actuó desde el primer momento con prepotencia. Se negaron a trasladarla hasta la ambulancia en camilla porque Carmen es una mujer obesa.

Así que, contradiciendo las indicaciones del médico y a pesar de los quejidos de la paciente, la obligaron a levantarse y le hicieron subir las escaleras apoyándose en un auxiliar y en la barandilla. Carmen, que casi no se tenía en pie, subía algunos peldaños, pero volvía a derrumbarse. Entonces, el comentario del Samur fue: 'Lo que pasa es que está borracha'. Para finalizar, le preguntaron a Carmen si su marido le había pegado antes o después de beber. Al escuchar que la agresión fue después, el Samur despejó todas las dudas: 'Ah, claro', dijeron. Imagino que ésta no es la forma habitual que tiene el Samur de actuar frente a situaciones de maltrato, pero no deja de sorprender su falta de profesionalidad y su absoluto desinterés, que casi rozó la burla en este caso, el de una mujer llamada Carmen.

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