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Pasos atlánticos

Envuelve el arte la religiosidad; la música, el silencio; las calles adoquinadas, el sentir popular. Se mezclan la maresía del inmediato océano con el olor a azahar; las primeras luces del alba, con los últimos destellos de un sol que nació del Atlántico. La luna llena alumbra los desfiles procesionales y la hermosa ciudad de Santa Cruz de La Palma transforma su legado renacentista en el mejor de los escenarios posibles.

El arte flamenco, tan presente en la isla canaria como uno de los muchos vestigios de su riquísimo pasado (rico en historia, en manifestaciones artísticas, en cu...

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Envuelve el arte la religiosidad; la música, el silencio; las calles adoquinadas, el sentir popular. Se mezclan la maresía del inmediato océano con el olor a azahar; las primeras luces del alba, con los últimos destellos de un sol que nació del Atlántico. La luna llena alumbra los desfiles procesionales y la hermosa ciudad de Santa Cruz de La Palma transforma su legado renacentista en el mejor de los escenarios posibles.

El arte flamenco, tan presente en la isla canaria como uno de los muchos vestigios de su riquísimo pasado (rico en historia, en manifestaciones artísticas, en cultura popular, además de en seda y caña de azúcar), se hace tradición viva durante la Semana Santa, impregnando la pasión, muerte y resurrección de Jesús de un halo culto, sentido, íntimo y, sin embargo, espectacular. Junto a él, tallas barrocas, neoclásicas y americanas, como ese Ecce Homo sentado sobre una piedra y realizado a mediados del siglo XVI por manos mexicanas, que los palmeros conocen como el Señor de la Piedra Fría. Esta imagen, una de las más antiguas de Canarias, pone su dolor y desolación durante la noche del jueves en contacto con el Renacimiento, que alcanza en el conjunto de la plaza de España, Ayuntamiento e iglesia de El Salvador su máxima expresión.

El vía crucis del Cristo de las Siete Palabras recorre el casco antiguo en el amanecer del Viernes Santo sin apenas espectadores: ésa es sin duda una de sus mayores virtudes. Basta con los penitentes, severos y silenciosos, para acompañar al crucificado, del siglo XVIII y de más de dos metros de altura. Nuestra Señora de la Piedad, flamenca del XVI, ensimismada, elegantemente polícroma y hermosa, procesiona por la capital, mientras en el santuario de Nuestra Señora de las Nieves (a unos tres kilómetros) ve la luz primaveral uno de los más impresionantes conjuntos flamencos de España: un Calvario con el Cristo del Amparo, Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista, que artistas anónimos dieron forma en el lejano siglo XVI y en las no menos lejanas tierras del entonces magno imperio.

- Oficina de Turismo de Santa Cruz de La Palma (922 41 21 06).

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