Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

Historias de 'psicoterror' laboral

Los afectados por acoso moral en el trabajo prefieren, en la mayoría de los casos, pactar su salida de la empresa

El Congreso de los Diputados rechazó esta semana una proposición de ley del PSOE para regular el acoso moral en el trabajo. La batalla política sólo es el escaparate de un problema que afecta a miles de españoles, que hoy se defienden como pueden de sus jefes o compañeros. La vía más común es acudir a la Inspección de Trabajo, pero también los hay que denuncian la situación. La mayoría prefiere pactar una salida de la empresa.

Nadie sabe con exactitud los números del acoso moral en España. Una encuesta de la Universidad de Alcalá de Henares del año pasado habla de más de 1,6 millones de...

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El Congreso de los Diputados rechazó esta semana una proposición de ley del PSOE para regular el acoso moral en el trabajo. La batalla política sólo es el escaparate de un problema que afecta a miles de españoles, que hoy se defienden como pueden de sus jefes o compañeros. La vía más común es acudir a la Inspección de Trabajo, pero también los hay que denuncian la situación. La mayoría prefiere pactar una salida de la empresa.

Los pocos estudios que existen sobre el problema en España hablan de entre 750.000 y más de 1,6 millones de afectados

Nadie sabe con exactitud los números del acoso moral en España. Una encuesta de la Universidad de Alcalá de Henares del año pasado habla de más de 1,6 millones de afectados, mientras que otro anterior de la Organización Internacional del Trabajo se queda en 750.000.

El primer problema es de concepto. Muchos trabajadores ni siquiera son conscientes de que sus jefes o compañeros les acosan o, lo que es lo mismo, les hacen la vida imposible en el trabajo. Ya sea aislándolos, desautorizándoles de forma continua o, en muchas ocasiones, no dándoles trabajo.

Olga, que lleva casi 20 años en el mismo laboratorio, aprendió esta palabra cuando pidió un aumento de sueldo junto a unas compañeras. Llevaban tres años con el salario congelado. A partir de ahí se encadenó el desprecio -'trabajas aquí por que nos das pena', le decía su jefa, que es la dueña de esta pyme-, la tensión -la empresa decidió dejar de dar un café a los empleados y les prohibió recibir llamadas si éstas no eran urgentes, asegura-, las amenazas, la intimidación. El viernes fue despedida junto a otros trabajadores.

'Lo que quiero es que esta situación se acabe', concluye. Esta mujer de 35 años repite un comportamiento común entre las víctimas, asegura Pilar Sánchez, abogado y responsable del gabinete especializado en este problema de UGT Madrid. Buscar una salida, que en la mayoría de los casos pasa por pactar el despido.

Lo que es muy raro es que el trabajador denuncie, reconoce el director de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, Carlos María Font. El informe anual de este organismo recoge 1.127 actuaciones que, según su responsable, podrían estar relacionadas con esta conducta (discriminación, relacionadas con el derecho a la intimidad y la dignidad). De éstas sólo en 79 se constató una infracción y en otras 105 se exigió a la empresa un cambio, un 16,32% en total.

Y eso que cuando el acoso hace efecto tiene consecuencias directas en el trabajo. Olga, que es un nombre supuesto, pues el caso está denunciado, tiene problemas de concentración y de memoria. Duerme mal. Hace una semana se le olvidó retirar una probeta al terminar un lote. Una de sus compañeras, de 27 años, está de baja por depresión. Otra fue despedida.

Los afectados, además, se llevan el problema a casa. La empleada del laboratorio se echa a llorar cuando habla de sus hijos, que 'han pagado la situación'. Y eso que el acoso afecta a un grupo de trabajadores, lo que siempre resulta más fácil.

La secretaria C. A. M. ha pasado por este trago sola. A sus 54 años, lleva uno en paro y está medicada con un antidepresivo. Su calvario duró un año y medio, sometida al hostigamiento de un compañero, primero, y luego de la mayoría del personal de la institución para la que trabajaba, a la que piensa denunciar por acoso.

Cuando un afectado decide dar este paso, empiezan otro tipo de problemas. El primero es de pruebas, asegura la abogada de UGT. Las mutuas, por ejemplo, se resisten a reconocer las bajas laborales asociadas a estas situaciones como accidente de trabajo, aseguran afectados y expertos. 'Los acosadores siempre intentan que parezcas una persona conflictiva', explica C. A. M., a la que un juez ha dado la razón en el caso de su despido, si bien esta decisión ha sido recurrida por la empresa.

Los que luchan tienen varias vías, explica Pilar Sánchez, que ha llevado una decena de casos a los tribunales en los últimos meses: acudir a la inspección, lo más común cuando el acoso afecta a un grupo, o denunciarlo, lo que implica un proceso de entre cuatro y seis meses para empezar a 'ver algún resultado'.

Como el acoso moral no está recogido como tal en las leyes, los abogados deben agarrarse a otras conductas que sí están tipificadas. En los casos más explícitos puede ser un delito de amenazas o coacciones, la vulneración de las normas de seguridad y salud laboral, pero también se puede invocar el derecho a la ocupación efectiva, el respeto a la intimidad y dignidad recogidos por el Estatuto de los Trabajadores. Esta norma contempla también la extinción del contrato laboral por voluntad del trabajador, que tiene una indemnización de 45 días por año trabajado, idéntica a la de un despido improcedente.

A pesar de ello, son muy pocos los casos resueltos por un juez. 'El día que reconozcan que me han acosado, empezaré a superarlo', asegura un afectado. Según los expertos consultados, la regulación del problema, tal y como pretendía el PSOE, facilitaría el trabajo de los abogados. El PP, con la ayuda de CiU, que se abstuvo, ha preferido esperar a que exista alguna recomendación europea sobre la materia.

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