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La danza de las espadas

Todo el mundo espera el patatú, el momento culminante de la danza en el que sus integrantes (unos 32 hombres) simulan ejecutar al maestro, cercando su cuello con las espadas que llevan en la mano; éste, en un gesto muy teatral, pone expresión de acogotado, con la boca entreabierta y la lengua fuera. Todo ello sucede el domingo más cercano al 21 de marzo (este año, el 24) en honor a san Benito y en la ermita de su nombre, cerca de Obejo, en la serranía cordobesa; la fiesta se repite, con características similares, el 11 de julio (trasladada normalmente al segundo sábado del mes).

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Todo el mundo espera el patatú, el momento culminante de la danza en el que sus integrantes (unos 32 hombres) simulan ejecutar al maestro, cercando su cuello con las espadas que llevan en la mano; éste, en un gesto muy teatral, pone expresión de acogotado, con la boca entreabierta y la lengua fuera. Todo ello sucede el domingo más cercano al 21 de marzo (este año, el 24) en honor a san Benito y en la ermita de su nombre, cerca de Obejo, en la serranía cordobesa; la fiesta se repite, con características similares, el 11 de julio (trasladada normalmente al segundo sábado del mes).

A propósito del patatú, dice Julio Caro Baroja en El estío festivo: 'La danza tiene -al parecer- cuatro tiempos. Todos estos tiempos se hacen dentro de la cadena de bailarines. Primero avanzan en fila de uno en uno, cogiendo con la mano derecha la empuñadura de la espada propia y con la izquierda la punta de la del danzante anterior. Luego, los primeros de la fila levantan una espada en arco y bajo ella pasan todos los que siguen, y a medida que van pasando se preparan a formar a su vez ellos un arco nuevo, hasta que los que formaron el primero quedan como últimos, repitiéndose esto tres o cuatro veces. Mientras dura la danza es de rigor que en ningún caso se suelte una de las espadas. Mas de repente ésta se rompe y el hermano mayor, o danzante principal que va en la cabeza, queda como aprisionado por los demás, que apuntan con su espada al cuello. A este momento, tras el cual continúa la danza, se llama la horca'.

Mientras todo esto sucede, suena una vigorosa marcha al compás de instrumentos de cuerda, acordeón y pandereta. Miles de pesetas prenden, en forma de billetes, del manto del santo (¿se llenará este año de euros?), cuya imagen de la posguerra es sacada en procesión en torno a su ermita, levantada en donde, según la tradición, se apareció a un pastor. La primera cofradía data de 1480, y tan antigua es en Obejo una devoción que mantiene la reconstituida (en 1962) Hermandad de San Benito: a su generosidad se deben los buñuelos del santo y el buen vino que los acompaña.

- Información de Obejo: 957 36 90 42.

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