La gran final de la Copa del Rey | FÚTBOL

El secreto del Deportivo

Van 25.000 gallegos por la Gran Vía y uno dice: '¡Estamos rodeados!'. Esta vez el chiste parece cierto. El Deportivo disputa la Copa en una situación político-mediática donde domina lo que nuestro clásico Xosé Hermida define como madridismo constitucional. Es evidente que detrás de la coincidencia del día del Centenario y esta final en el Bernabéu hay un spin doctor. Un guionista, un cerebro en la sombra. Está todo tan bien pensado que sólo se lo puede estropear el fútbol.

La obra podría titularse La intimidación. Un escenario nada neutral, donde sólo falta que el saque de...

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Van 25.000 gallegos por la Gran Vía y uno dice: '¡Estamos rodeados!'. Esta vez el chiste parece cierto. El Deportivo disputa la Copa en una situación político-mediática donde domina lo que nuestro clásico Xosé Hermida define como madridismo constitucional. Es evidente que detrás de la coincidencia del día del Centenario y esta final en el Bernabéu hay un spin doctor. Un guionista, un cerebro en la sombra. Está todo tan bien pensado que sólo se lo puede estropear el fútbol.

La obra podría titularse La intimidación. Un escenario nada neutral, donde sólo falta que el saque de honor lo dé José María Aznar, mientras retumba en el gran coliseo el himno interpretado por Plácido Domingo. ¡Mamma mía, es todo tan berlusconiano! El bel canto y el estilo Lladró llevado al balompié, ese deporte que todavía huele a hierba y a milagro. La voz tiplisonante de un tenor aupada por sinfónicos timbales sobrevolando, apabullando, martirizando a 25.000 gallegos, a las tribus folkies que en un estadio sólo escucharon hasta ahora cosas decentes, con gaitas y la macumba de los tambores y Scaloni cantando la de La mosca tsé tsé. ¡Que me digan si no es eso intimidación¡

Y, sin embargo... Sin embargo, seamos sinceros. El de esta noche es el mejor escenario posible para el Deportivo. La teoría sartriana según la cual el problema del fútbol es el equipo contrario no atañe al equipo de A Coruña. Al revés. El del actual Deportivo es un corazón muy complejo, un gran corazón ciclotímico, afortunadamente gobernado por un meticuloso agrimensor. La fuerza del Depor aumenta en relación directa con la progresión experimentada por el rival. Es decir, cuanto mejor juegue el Madrid, mejor jugará el Deportivo. El juego del Depor se alegra, palpita, con la alegría ajena. Es un equipo que lleva muy mal las desgracias del rival.

Lo peor que le puede pasar al Deportivo es que se hunda el otro, porque tiene esa tendencia tan romántica a hundirse con él. ¿Que juega Figo? ¡Fenomenal! ¿Que Zidane tiene una noche inspirada y escribe un poema geométrico en el campo? ¡Macanudo! ¿Que Hierro y Raúl la bordan esta noche? ¡Genial para el Depor! Eso es lo que necesita el Deportivo para ganar: un gran equipo enfrente, las circunstancias en contra, un viento adverso. Cuando el contrario juega mal, el equipo gallego se desconcierta y hasta gladiadores del mejor bronce de Campania como Mauro Silva o Donato (¡qué pena esta ausencia en el Bernabéu!) parecen preguntarse qué hacer. El Deportivo tiene que tener delante a un contrario de verdad y en su mejor momento. Un París Saint Germain, un Manchester United, un Juventus. E incluso un Real Madrid.

Así que el madridismo puede celebrar hoy su centenario con una maravillosa derrota. Para eso, lo único que tiene que hacer es jugar bien.

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