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Duisenberg se marcha

El comentario más elocuente sobre el período de Wim Duisenberg como presidente del Banco Central Europeo (BCE) fue que la débil moneda europea se fortaleció de inmediato tras el anuncio de su retiro. Los mercados, sin embargo, no mostrarán una opinión tan favorable ante la inevitable inestabilidad durante los 15 meses que median hasta que Duisenberg deje de hacer definitivamente sus proyecciones económicas. Es un plazo extremadamente largo para que un 'cesante' siga al frente de una institución que no se ha labrado una credibilidad sólida. Es muy improbable que el proceso del que finalmente em...

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El comentario más elocuente sobre el período de Wim Duisenberg como presidente del Banco Central Europeo (BCE) fue que la débil moneda europea se fortaleció de inmediato tras el anuncio de su retiro. Los mercados, sin embargo, no mostrarán una opinión tan favorable ante la inevitable inestabilidad durante los 15 meses que median hasta que Duisenberg deje de hacer definitivamente sus proyecciones económicas. Es un plazo extremadamente largo para que un 'cesante' siga al frente de una institución que no se ha labrado una credibilidad sólida. Es muy improbable que el proceso del que finalmente emerja un sucesor (...) consolide la reputación del BCE o de la moneda europea.

(...) Sin embargo, en un determinado e importante sentido, es irrelevante no sólo la nacionalidad, sino también la personalidad del nuevo presidente del Banco Central Europeo. Seguramente éste poseerá mejor capacidad de comunicación que su primer responsable, pero ésa no es la principal deficiencia del banco central. El BCE está limitado por un enfoque inflexible que antepone a cualquier otra prioridad económica el mantener la inflación en el nivel del 2% o inferior. El BCE también carece de transparencia o de una auténtica instancia ante la que rendir cuentas. Los datos que publica raramente indican lo que piensa él. En un extraño intento por encarnar el antiguo Bundesbank, el BCE ha optado por tipos de interés que están arruinando a la industria alemana. Quizá el aspecto más sorprendente de la saga es que Duisenberg desee seguir al timón durante otros 15 meses.

Londres, 8 de febrero

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