Columna

Cinco son

Cinco caballeros se disputan la sucesión de José María Aznar. Cinco caballeros educados y pulcros, capaces y de buena familia. Dos vienen del norte, aunque de nortes bien diferentes. El gallego Mariano Rajoy domina el arte de subir y bajar las escaleras a la vez, y sabe orientarse entre la niebla. Rajoy, además, está muy bien armado de razones y leyes, y aunque es de la bonhomía y los cigarros habanos, sabe sacar los dientes cuando toca. Puestos a buscarle pegas, tal vez le perjudica la barba, que es una coquetería de concejal. El otro aspirante del septentrión, Jaime Mayor Oreja, es vasco y t...

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Cinco caballeros se disputan la sucesión de José María Aznar. Cinco caballeros educados y pulcros, capaces y de buena familia. Dos vienen del norte, aunque de nortes bien diferentes. El gallego Mariano Rajoy domina el arte de subir y bajar las escaleras a la vez, y sabe orientarse entre la niebla. Rajoy, además, está muy bien armado de razones y leyes, y aunque es de la bonhomía y los cigarros habanos, sabe sacar los dientes cuando toca. Puestos a buscarle pegas, tal vez le perjudica la barba, que es una coquetería de concejal. El otro aspirante del septentrión, Jaime Mayor Oreja, es vasco y transparente, nada malicioso e incapaz de toda ironía, dones que de un lado lastran su candidatura, aunque del otro le lleven a ser el preferido del pueblo llano, que siempre valoró mucho el adolescente prestigio de la sinceridad. Dos candidatos más son de Castilla. Uno, Ángel Acebes, viene de una ciudad pequeña y santa, Ávila de los Caballeros, y de los cinco en juego es sin duda, el aspirante más endeble. Acebes está en la pomada más por empeño de Aznar que por méritos propios y tiene en su contra una dicción espesa y renqueante, inasequible a los debates y comparecencias. El otro pretendiente de la meseta se llama Rodrigo Rato y es, tal vez, el más listo de todos, el más memorioso y parlamentario. En su contra juega su origen de niño bien, hijo de la fortuna, pero seguro que piensa que si un ricacho inquietante como Berlusconi ha ganado las elecciones en Italia, por qué no también él, que es mucho menos rico y un milímetro menos ambicioso.

Queda por último el andaluz Javier Arenas, a quien sus muchos compromisos y ritos orgánicos más que favorecerlo de cara al gran salto, lo envaran, desgañitan y oficializan. A Javier Arenas también le frena el haber perdido elecciones muy candentes, infortunio que comparte con Mayor Oreja. Tal vez por ello, y dejando aparte al mimado Acebes, los dos pesos pesados del quinteto son Rato y Rajoy, que por algo copan las vicepresidencias del Gobierno y también los telediarios de ámbito nacional. ¿Hay más candidatos? Haberlos haylos, pero hoy por hoy pintan poco, y, si no, que se lo pregunten a Ana Botella.

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