Al campo por los Santos

Hombres y mujeres de Baños de la Encina celebran por separado las festividades de noviembre

Baños de la Encina, un hermoso y pintoresco municipio jiennense situado a menos de diez kilómetros de la autovía de Andalucía, cerca de Bailén, parece estos días un pueblo fantasma. Gran parte de sus más de 2.500 habitantes ha abandonado sus casas y ha emprendido rumbo a las estribaciones de Sierra Morena, donde permanecerán hasta el domingo comiendo y bebiendo. Lo curioso es que la fiesta, una vieja tradición con la que se rememora el Día de Todos los Santos, la viven por separado hombres y mujeres en las numerosas peñas desparramadas por dehesas y cortijadas de la sierra.

Cuenta la le...

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Baños de la Encina, un hermoso y pintoresco municipio jiennense situado a menos de diez kilómetros de la autovía de Andalucía, cerca de Bailén, parece estos días un pueblo fantasma. Gran parte de sus más de 2.500 habitantes ha abandonado sus casas y ha emprendido rumbo a las estribaciones de Sierra Morena, donde permanecerán hasta el domingo comiendo y bebiendo. Lo curioso es que la fiesta, una vieja tradición con la que se rememora el Día de Todos los Santos, la viven por separado hombres y mujeres en las numerosas peñas desparramadas por dehesas y cortijadas de la sierra.

Cuenta la leyenda que en tiempos pasados, cuando las campanas de la iglesia no paraban de repicar durante las 24 horas en honor a los difuntos, las mujeres pasaban todo el día rezando y los hombres, acongojados por tanto ruido fúnebre, aprovechaban para escaparse a la sierra bajo el pretexto de cazar, pero con el fin último de disfrutar de la buena mesa en plena naturaleza. Los tiempos han cambiado. Hoy, como asegura el alcalde de Baños, Miguel Campillo, las mujeres se han sumado a esta fiesta, aunque lo hacen por separado y aún con la responsabilidad de asumir el control de los hijos más pequeños.

Desde la tarde del miércoles (el largo puente festivo ha hecho más duradera la fiesta de este año) los bañuscos empezaron a tomar la sierra. Unos se alojan en tiendas de campaña, otros aprovechan viejos cortijos, tinadas del ganado y casas de campo para resguardarse de las bajas temperaturas (mucho más suaves este año) y otros, los más osados, pasan la noche al raso desafiando al frío con la complicidad del alcohol ingerido. Hombres y mujeres volverán a encontrarse en sus casas el domingo después de haber dado buena cuenta de los sabrosos manjares que desplazaron hasta sus refugios. Las migas de pan y la carne de monte están presentes en todos los menús, y también abundan las gachas, que muchos utilizan para taponar las cerraduras de las casas en otra de las tradiciones unida a esta fiesta. 'Lo que antes era un rito para intentar subsistir en la sierra con la caza y la pesca, ahora se ha convertido en una fiesta lúdica con la buena mesa como principal ingrediente', explica el alcalde de este pueblo perteneciente al parque natural de la Sierra de Andújar y que tiene en la ganadería una de sus principales actividades económicas.

Con todo, la fiesta de Todos los Santos es una buena excusa para visitar una villa que fue declarada en 1969 Conjunto Histórico Artístico. El pueblo está coronado por un imponente castillo medieval declarado Monumento Nacional. Mandada construir en tiempos del califa Al-Hakam, la fortaleza es una de las escasas referencias de este tipo de época califal. Está rodeada por una muralla en la que se intercalan 14 torres de tapial de calicanto, una torre del homenaje de sillería, añadida por los cristianos tras la conquista, y una puerta con un arco de herradura.

Pero Baños, a la que Felipe IV concedió en 1626 el título de villa, ofrece también al viajero otros muchos atractivos, como el placer de pasear por sus calles encaladas donde sobresalen un buen número de casas de los siglos XVII y XVIII, o la estructura gótica de su iglesia de San Mateo. Además, el pantano del Rumblar es un buen lugar para practicar deportes náuticos.

Vista aérea del castillo de Baños de la Encina.JOSÉ MANUEL PEDROSA
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