El Málaga pone a Rojo contra las cuerdas

El Málaga no escondió sus armas en La Romareda. Simplemente, se dedicó a jugar al fútbol, algo que implica irremediablemente atacar. Y qué mejor para ello que contar en sus filas con Darío Silva. El uruguayo fue una auténtica pesadilla para los centrales del equipo zaragocista, que vieron cómo, con su cara de chico rebelde, les traía una y otra vez por la calle de la amargura. Pese a que su otro argumento en el ataque, Dely Valdés, se retiró lesionado al poco de empezar el partido, el conjunto malagueño no cambió sus hábitos ofensivos.

Mientras tanto, la afición local se ponía nerviosa...

El Málaga no escondió sus armas en La Romareda. Simplemente, se dedicó a jugar al fútbol, algo que implica irremediablemente atacar. Y qué mejor para ello que contar en sus filas con Darío Silva. El uruguayo fue una auténtica pesadilla para los centrales del equipo zaragocista, que vieron cómo, con su cara de chico rebelde, les traía una y otra vez por la calle de la amargura. Pese a que su otro argumento en el ataque, Dely Valdés, se retiró lesionado al poco de empezar el partido, el conjunto malagueño no cambió sus hábitos ofensivos.

Mientras tanto, la afición local se ponía nerviosa con su centro del campo. Con tres pivotes, Chainho, Acuña y José Ignacio, y un mediapunta, Juanele, Txetxu Rojo prescindió de las bandas. Demasiados lujos para un equipo sin una fórmula para penetrar en las defensas rivales. Ante la impotencia de los suyos, la afición se encendió finalmente contra Rojo.