Reportaje:

El ex tesorero de Zaplana

El portavoz del PP en Alicante, Pedro Romero, mantiene el apoyo del alcalde a pesar de los escándalos

'¿Qué sabrá este hombre para que su partido en bloque lo respalde cada vez que hace una de las suyas?', se pregunta la portavoz de Esquerra Unida en el Ayuntamiento de Alicante, Camino Remiro, donde Pedro Romero (59 años), concejal de Cultura y portavoz del PP, manda más que el alcalde, cobra más que el alcalde y conspira más que el alcalde. Sabe mucho. Sobre todo de cuentas, de las cuentas del PP. Aprendió en Alianza Popular y luego, cuando Eduardo Zaplana presidía el partido en Alicante, fue su tesorero provincial. Hizo algunas migas con Naseiro, 'las justas', dice un compañero del PP.
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'¿Qué sabrá este hombre para que su partido en bloque lo respalde cada vez que hace una de las suyas?', se pregunta la portavoz de Esquerra Unida en el Ayuntamiento de Alicante, Camino Remiro, donde Pedro Romero (59 años), concejal de Cultura y portavoz del PP, manda más que el alcalde, cobra más que el alcalde y conspira más que el alcalde. Sabe mucho. Sobre todo de cuentas, de las cuentas del PP. Aprendió en Alianza Popular y luego, cuando Eduardo Zaplana presidía el partido en Alicante, fue su tesorero provincial. Hizo algunas migas con Naseiro, 'las justas', dice un compañero del PP.

Salvo ahora, que también, ha sido más conflictivo para su partido que para la oposición. Su entrada al gobierno municipal, en 1995, fue memorable: rompió la disciplina de voto en el primer punto importante del primer pleno del mandato. Una constructora, Comylsa, estaba en el centro de aquel acuerdo plenario. El alcalde, Luis Díaz Alperi, palideció cuando Romero levantó la mano con los socialistas, previa reunión secreta con el ex alcalde del PSPV Ángel Luna, entonces al frente de la oposición.

El PP premió la indisciplina y envalentonado centró su punto de mira en la entonces concejal de Urbanismo y portavoz, Maribel Díez de la Lastra. La torpedeó con declaraciones de esta guisa: 'De la Lastra es un tapón en el Ayuntamiento'. La situación no admitía ni una vuelta más de tuerca y Zaplana inmoló a De la Lastra, eso sí, como un caballero: la envió a las Cortes Generales.

Entonces Díaz Alperi vio la luz. El alcalde había declarado su intención de asumir personalmente el área de Urbanismo, pero Zaplana no quiso que un promotor de viviendas embargado trazara las rayas del urbanismo local, al menos a la luz del día. Con Maribel Díez fuera del Ayuntamiento el tapón se descorchó. Y de la botella salió un puñado de promotores ansiosos por completar el suelo urbanizable.

Romero seguía en la gresca. Se quitó de enmedio al concejal que más dinero público manejaba, Enrique Montalvo, y logró, ya en este mandato, el ascenso a la portavocía después de que un juez le archivara el sobreprecio que supuestamente ofreció a un amigo por el alquiler de un local. Ahora que acaba de estrenar despacho y juega al pádel se ha metido en otro berenjenal. Le han cogido en lo que él llama un 'error administrativo' (el pago de precios inflados a empresas a las que contrata, siempre las mismas), y se le acusa de comprar esculturas sin tasación oficial, a su libre albedrío y a un precio que sólo él negocia. El Grupo Socialista acordó ayer pedir una comisión de investigación centrada en las subvenciones, contrataciones y pagos del edil. Y Alperi volvió a salvarle. Dijo que las denuncias de la oposición a su portavoz son un 'chiste'. Y Romero le devolvió la gracia: 'Quiero que Alperi sea alcalde otro mandato'. Cómo no.

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