Reportaje:FÚTBOL | El récord de la sencillez inteligente

Eusebio, 524 partidos de 'comunicador'

El vallisoletano iguala a Sanchís como el jugador de campo con más actuaciones en la Liga

Eusebio Sacristán (La Seca, Valladolid, 1964) mantiene la mirada tranquila con la que se marchó de Valladolid hace 14 años para encontrarse con Johan Cruyff, con su Dream Team barcelonista y con la final de la Copa de Europa en Wembley. La mirada en la que se fijó el técnico holandés para asentar un proyecto futbolístico al que Eusebio dio brillo con su toque rápido, su sabiduría en el enganche y la sencillez de su inteligencia. La misma con la que ayer encaró su 524º partido en la Primera División para igualar el récord del madridista Sanchís entre los jugadores de campo.Por delante an...

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Eusebio Sacristán (La Seca, Valladolid, 1964) mantiene la mirada tranquila con la que se marchó de Valladolid hace 14 años para encontrarse con Johan Cruyff, con su Dream Team barcelonista y con la final de la Copa de Europa en Wembley. La mirada en la que se fijó el técnico holandés para asentar un proyecto futbolístico al que Eusebio dio brillo con su toque rápido, su sabiduría en el enganche y la sencillez de su inteligencia. La misma con la que ayer encaró su 524º partido en la Primera División para igualar el récord del madridista Sanchís entre los jugadores de campo.Por delante andan dos porteros, Buyo y el inalcanzable Zubizarreta. Pero Eusebio no se da plazos: 'Volví al Valladolid a cerrar mi carrera con 33 años, para una temporada, y llevo cuatro. Lo importante es la ilusión y la motivación. Me cuesta dejar a mi familia los fines de semana, pero, si no hiciese lo que hago, no sería como soy y ellos no me disfrutarían como lo hacen ahora'. Su virtud, dice, es que es 'un comunicador'. Entrega el balón de la misma forma en que responde a las preguntas: rápido, equilibrado y siempre con la solución más acertada para él y los demás.

'Me gustaría transmitir mis conocimientos, no quedármelos. Pero no sé si valdré como entrenador'
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Debutó en la máxima categoría con el Valladolid de la mano de José Luis García Traid el 1 de enero de 1984, en Sevilla, frente al Betis. Poco después dejó en las vídeotecas un gol tremendo a Bulgaria y ganó la Eurocopa sub 21. De ahí al Atlético de Madrid había un pequeño paso y lo dio con la llegada de Jesús Gil al estadio Calderón. Y, de inmediato, al Barcelona junto al también rojiblanco Julio Salinas.

'Fue una época maravillosa. Cuando veo en las vacaciones a Begiristain, Guardiola o Bakero es como si nos hubiésemos visto ayer', asegura Eusebio, que, cómo no, establece en Wembley su particular templo: 'El europeo es uno de los títulos más importantes. Pero es que, además, el Barça tenía una deuda histórica y perderlo de nuevo habría supuesto un trauma'.

Con Cruyff llegó incluso a jugar de defensa derecho. 'Si el equipo contrario juega con un delantero, no necesito tres defensas', me dijo, y me colocó en esa posición para ayudar a Koeman en la salida del balón. Razonaba sus decisiones de tal modo que no podías más que estar de acuerdo', afirma. Luego, llegó la desintegración de la mejor época azulgrana y Eusebio fue uno de los primeros paganos. No fue titular en la final de Atenas, pero pagó con creces la goleada sufrida ante el Milan: 'Perdimos la oportunidad de reivindicarnos por todo lo alto. Dos Copas habrían sido definitivas. Pero las circunstancias de aquel partido, recién celebrada la Liga ganada con el penalti fallado por Djukic, entonces en el Deportivo, frente al Valencia no eran las mejores. Después el conjunto se desmembró. Se podría haber hecho una transición más tranquila, pero fue traumática. Tras haber sido finalistas europeos, se prescindió de seis jugadores cuando lo lógico era la continuidad y una renovación lenta'. Pero lo bueno pesa más que lo malo: 'Cuando regreso a Barcelona, el recibimiento es siempre fabuloso. Eché de menos en su momento una despedida oficial, pero lo cierto es que he tenido un montón de despedidas'.

Siempre tuvo en su mente retornar al Valladolid. El difunto presidente Marcos Fernández ya se lo había pedido varias veces. Al final, lo hizo, después de una escala de dos años en el Celta, para hallarse con el pastel de la destitución radiofónica del entrenador, Vicente Cantatore, por los hijos del dirigente. Su figura creció, pero siempre con humildad: 'Llegué con un espíritu positivo. Si un veterano está cabreado, puede hacer mucho daño. Pero, si está contento, puede aportar muchas cosas. Así es como soy una referencia para los jóvenes. Les puedo ayudar porque tengo experiencia, pero sin imposiciones'. En el futuro quiere entrenar: 'Me gustaría transmitir mis conocimientos, no quedarme con ellos. Pero no sé si valdré o no, pues hay que dirigir un grupo, convivir con lo que rodea al fútbol...'.

En su lista de reproches está la selección absoluta: 'Mi peor palo fue no estar con la selección en el Mundial de Italia 90. Había jugado toda la fase de clasificación con Luis Suarez [con el que había logrado la Eurocopa sub 21] y estaba convencido de que iría. Estaba en mi mejor momento, a los 26 años. Más tarde, con Javier Clemente, ya no tuve opciones'.

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