Columna

Discutidos indiscutibles

La espléndida aventura del Depor en Old Trafford tuvo como protagonistas a una mayoría de jugadores españoles, circunstancia que desvirtúa la idea del éxito de nuestros equipos por la preponderancia de los extranjeros. El Depor jugó en Mannchester con ocho futbolistas nacidos en España, a los que se añade Donato. No es una herejía pensar que, en estos momentos de acusada carencia de centrales, Donato tiene más meritos que la mayoría de los que acuden a las convocatorias de Camacho. Pero el prejuicio de la edad parece insuperable.

No hay duda sobre la excelencia del equipo en Manchester,...

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La espléndida aventura del Depor en Old Trafford tuvo como protagonistas a una mayoría de jugadores españoles, circunstancia que desvirtúa la idea del éxito de nuestros equipos por la preponderancia de los extranjeros. El Depor jugó en Mannchester con ocho futbolistas nacidos en España, a los que se añade Donato. No es una herejía pensar que, en estos momentos de acusada carencia de centrales, Donato tiene más meritos que la mayoría de los que acuden a las convocatorias de Camacho. Pero el prejuicio de la edad parece insuperable.

No hay duda sobre la excelencia del equipo en Manchester, como tampoco la hay sobre el inmenso partido de Valerón y Tristán, dos jugadores peculiares que deben aprovechar su actuación como divisoria en sus carreras. Si eso ocurre, también tendrá consecuencias beneficiosas en la selección, donde ambos no alcanzan ni de lejos el protagonismo que han adquirido en el Depor. Si se resuelve ese problema de simetría, la selección habrá arreglado algunos de sus problemas fundamentales: la creación en los tres cuartos del campo y la presencia de un gran delantero centro.

¿Cumplen Valerón y Tristán con estas condiciones? Sí, por puras cualidades. Valerón tiene pase, habilidad, criterio y hasta gol. Ahora mismo vive un momento de plenitud, la clásica etapa en la carrera profesional que lo ha prestigiado definitivamente. Fue instrumental en el partido de Riazor frente al Manchester; marcó un gol memorable frente al Lille; influyó de manera decisiva en la victoria sobre el Barça; triunfó en Old Trafford. ¿Puede trasladar este tipo de secuencia a la selección? Esa es la incógnita que debe resolverse en el Mundial.

Hasta ahora, Valerón ha jugado bien con el equipo nacional en partidos de limitada exigencia. No ha ocurrido lo mismo frente a rivales de primer orden. Está por decidir si se debe a su carácter melancólico o al papel subsidiario que conscientemente cumple en la selección, donde el protagonismo de los jugadores del Madrid y del Barça anima las tendencias escapistas de otros jugadores. A Valerón le corresponde dar el paso adelante. A Camacho le toca instalar en el jugador del Depor la idea de su crucial importancia en el equipo.

Lo mismo sucede con Tristán, el delantero centro con más condiciones del fútbol español. Y también uno que mueve a la polémica, porque no siempre está en los partidos, aunque conviene esperarle. Eso significa que Tristán se mueve entre extremos: se le odia o se le quiere. Y muchas veces los dos sentimientos funcionan a la vez. En cualquier caso, Valerón y Tristán son del tipo de futbolista que nunca deberían protagonizar una anécdota de Marcelo Bielsa, el seleccionador argentino. A la salida de un restaurante, después de una cena con amigos, Bielsa se giró hacia uno de los presentes, un tipo de indudable talento, y le dijo: '¡Eh! ¿Estabas aquí? Aceptás tan bien tu papel secundario que te confundí con el aparcacoches'.

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