Reportaje:

Rito iniciático hacia el arte

El Museo Reina Sofía inaugura sus talleres infantiles con un programa dedicado a la escultura del siglo XX

Salvo alguna excepción, ninguno de los 30 niños y niñas que el pasado martes inauguraron la temporada de visitas escolares al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) había acudido antes a un museo.

Se trata de un grupo integrado por alumnos de 5º y 6º de primaria de un colegio de Paracuellos del Jarama; por tanto, sus edades oscilan entre los 10 y los 12 años, y para la mayoría de ellos, la actividad tuvo carácter iniciático.

El dato cobra interés, dado que alcanza de lleno el objetivo primordial de acercar los fondos museísticos a públicos poco avezados en la materia....

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Salvo alguna excepción, ninguno de los 30 niños y niñas que el pasado martes inauguraron la temporada de visitas escolares al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) había acudido antes a un museo.

Se trata de un grupo integrado por alumnos de 5º y 6º de primaria de un colegio de Paracuellos del Jarama; por tanto, sus edades oscilan entre los 10 y los 12 años, y para la mayoría de ellos, la actividad tuvo carácter iniciático.

El dato cobra interés, dado que alcanza de lleno el objetivo primordial de acercar los fondos museísticos a públicos poco avezados en la materia. Cumple a rajatabla, además, el propósito que animó al Servicio Pedagógico del Reina Sofía cuando, hace ahora más de siete años, puso en marcha los Talleres Infantiles, 'despertar a los niños al mundo artístico, que sus primeros encuentros con el museo se conviertan en una experiencia divertida, un grato recuerdo que favorezca futuras visitas'.

Con otras palabras, pero en el mismo sentido, se habían expresado compañeros de cursos superiores del mismo colegio. 'A mí', dice Cristina, 'me habían comentado los mayores, que vinieron el año pasado, que estaba bien, que era muy divertido'. Luis también había oido comentarios, pero su propia experiencia le resultó 'mejor de lo que esperaba'.

Son sólo dos de los participantes en una jornada que además de tener carácter inaugural, ya que era la primera del curso, estrenaba programa. Con el título Taller de Escultura, el séptimo de los itinerarios diseñados por Teatro de la Luna (colectivo integrado por especialistas en Estética y Teoría del Arte y por profesionales del teatro de títeres, músicos y pedagogos, que realiza los talleres desde su inicio) plantea un recorrido por la escultura del siglo XX.

Siete obras, en total, de artistas como Jorge de Oteiza, Pablo Gargallo, Julio González y Alexander Calder aproximan a los chavales a un lenguaje escultórico, libre por vez primera de algunas concepciones clásicas. Y aunque, ante las obras, los chicos se interroguen fundamentalmente por lo anecdótico ('debe pesar un montón', ante Gran Profeta, de Gargallo) o por cuestiones tan ajenas a la obra de arte como la urna que la protege, lo cierto es que ni en un solo momento desvían la atención del itinerario ni de las palabras de la monitora. Y, más tarde, se embelesan ante la repesentación de títeres, en la que cobran movimiento algunas de las obras contempladas.

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Taller de plástica

De las tres partes que conforman la visita, la mayoría señala como su preferida la última, la del taller de plástica, en el que cada uno realiza su propia obra. Es el momento de ensamblar unas cuantas piezas planas de cartón, colocarlas sobre una peana y darles color. El resultado: 30 pequeñas piezas que se llevan orgullosos a casa y que, tal vez, expongan en el colegio.

Aunque todos parten de los mismos materiales, cada uno acomete la tarea de manera bien distinta; hay quien actúa sin demasiada convicción ('aún no sé lo que hago..., bueno, lo que puedo') y, por supuesto, quien sabe en todo momento lo que quiere y cómo hacerlo. Álvaro forma parte destacada de este grupo y, desde el principio, se aplicó en representar 'el bien y el mal; el ying y el yang' ('es de China', aclara), repitiendo el característico símbolo en blanco y negro, una figura con la que él se ha familiarizado 'en kárate'. Y tampoco falta quien improvisa. Es el caso del que una vez colocadas las piezas en vertical y pintadas todas de verde, decide que es la representación de 'un extraterrestre... o un pájaro'. En realidad, este grupo lo integran la mayoría de los participantes. Son chavales que después de haber adoptado durante un rato un papel contemplativo, tanto en el momento de observar las obras como en el de asistir a la representación de títeres, pasan a la acción nada más ver una mesa repleta de pinturas y pinceles.

Unos niños, en uno de los talleres infantiles del Reina Sofía.LUIS MAGÁN

Visita familiar

Desde el 18 de mayo (Día Internacional de los Museos) de 1994, en que inauguró el Programa de Talleres Infantiles, hasta ahora, el Reina Sofía ha organizado siete itinerarios. Aunque ya por esa fecha en grandes museos del mundo existían programas didácticos, en España la experiencia del Reina Sofía fue prácticamente pionera. Desde el principio, la acogida superó las previsiones y hasta la fecha, y a pesar de que el número de sesiones se duplicó a comienzos de este año -se pasó a realizar cuatro a la semana- las plazas -unas 4.000- siempre se agotan. Ello ha hecho que el museo adopte otras alternativas. La última ha sido el llamado Programa para Familias, que no es otro que facilitar los instrumentos necesarios para organizarse por libre una visita.

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