Crítica:

Estructura de la piedra

Miguel Ángel pensaba que en cada bloque de piedra habitaba un cuerpo, de tal manera que el trabajo del escultor debía consistir en retirar aquellos fragmentos que le atenazaban, para liberar la figura que se hallaba prisionera en el interior de la piedra. De esta manera, la materia inerte se convertía en feroz guerrero o en delicada ninfa por medio del engaño de los sentidos y a través de la ilusión que supone transformar la dura y fría piedra en suave carne. Alguna de estas esculturas, sobre todo las de los periodos más clasicistas, respondían, además, a criterios de proporcionalidad basados ...

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Miguel Ángel pensaba que en cada bloque de piedra habitaba un cuerpo, de tal manera que el trabajo del escultor debía consistir en retirar aquellos fragmentos que le atenazaban, para liberar la figura que se hallaba prisionera en el interior de la piedra. De esta manera, la materia inerte se convertía en feroz guerrero o en delicada ninfa por medio del engaño de los sentidos y a través de la ilusión que supone transformar la dura y fría piedra en suave carne. Alguna de estas esculturas, sobre todo las de los periodos más clasicistas, respondían, además, a criterios de proporcionalidad basados en una geometría que relacionaba las figuras con la idea de belleza a través de las proporciones métricas entre sus diferentes partes y entre éstas y el todo.

ULRICH RÜCKRIEM

Escultura Galería Heinrich Ehrhardt San Lorenzo, 11. Madrid Hasta el 17 de noviembre

A la escultura moderna le costó un enorme esfuerzo sacudirse el afán ilusionista de la figuración para llegar a ser una de las artes vanguardistas. Para ello tuvo que alejarse de la materialización de instantes históricos y de los cánones de la proporción antropométrica. Los volúmenes abstractos y las formas torturadas por el expresionismo sustituyeron a las figuras estatuarias, pero faltaba en la escultura del siglo XX una idea que tuviera la fuerza metafórica de aquella expuesta por Miguel Ángel. Esta idea la ha aportado a finales de los años sesenta el escultor Ulrich Rückriem (Düsseldorf, 1938), quien ha recuperado, además, algunos de los elementos conceptuales del clasicismo para la escultura actual, de los que adolecía tras los experimentos vanguardistas.

Rückriem trabaja con bloques de piedra, como Miguel Ángel, pero en vez de intentar desvelar qué posible figura quimérica encierra su interior, el artista alemán aprovecha para mostrar cuál es su estructura interna, cómo es el organismo de la propia piedra, haciendo evidente lo que la piedra tiene de piedra y alejándose de sus posibilidades como vehículo de simulación. Para ello divide estereométricamente los bloques prismáticos de la cantera por medio de cortes horizontales y verticales que despiezan el volumen inicial siguiendo, como en el clasicismo, leyes geométricas de una estudiada simplicidad.

Una de las maneras de seg

mentar estos volúmenes suele ser aplicando cuñas, lo que permite que la piedra rompa siguiendo sus vetas estructurales naturales, la otra es sirviéndose de sierras, lo que posibilita realizar tajos y secciones rectos y tersos, claramente diferenciados de la fragmentación irregular, pero no por ello imprevisible, de los cortes naturales. De esta manera, los grandes bloques prismáticos son divididos y vueltos a dividir siguiendo una lógica geométrica muy simple pero enormemente eficaz. Una vez seccionado un bloque en sus diferentes partes, Ulrich Rückriem lo vuelve a recomponer de tal manera que en su superficie exterior sólo se hacen evidentes las líneas de corte, intuyéndose la trama geométrica de planos que encierra el bloque en su interior.

Con independencia de la supuesta vuelta a un clasicismo en el arte posvanguardista, que se puede intuir en la recuperación de la serenidad y la sobriedad, en el despojamiento de lo anecdótico y en la idea del empleo de una geometría normativa, a estas obras sólo les faltaría liberar un cuerpo para ser enteramente clásicas. Aquí Rückriem es también muy hábil ya que consigue transmitir, a través de los desgarrados planos del corte, la idea de la liberación de unas energías que mantenían cohesionada la materia en su estado natural.

A lo largo de treinta años que lleva practicando esta forma de trabajo, el artista ha depurado una geometría estereométrica y una retórica de la presentación que se muestran paradigmáticamente en las cinco piezas que se exhiben en esta exposición. Cada una de estas obras corresponde a una de las grandes categorías en que se puede agrupar el conjunto de su trabajo: la columna, la estela, el cubo, el relieve vertical y la pieza de suelo, que han sido ejecutadas en diferentes tipos de piedra, aprovechando sus cortes característicos. En estas cinco obras se puede encontrar concentrado el germen de lo que es la escultura de Ulrich Rückriem.

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