ETA destroza con 30 kilos de dinamita una discoteca de Navarra

Tres encapuchados redujeron antes al vigilante

ETA destrozó en la madrugada de ayer la discoteca Universal de la localidad navarra de Lakuntza, a 35 kilómetros de Pamplona. Un comando, integrado por tres personas, redujo al vigilante y colocó en su interior tres cargas explosivas compuestas cada una por diez kilos de dinamita Titadyne. El local, uno de los más conocidos de la ruta del bakalao en Navarra y que sólo abre al público los domingos de 8.00 a 15.00, ya había sido objeto de diversos ataques y amenazas.

El atentado no produjo heridos, aunque el edificio, una nave aislada situada a unos cien metros del nú...

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ETA destrozó en la madrugada de ayer la discoteca Universal de la localidad navarra de Lakuntza, a 35 kilómetros de Pamplona. Un comando, integrado por tres personas, redujo al vigilante y colocó en su interior tres cargas explosivas compuestas cada una por diez kilos de dinamita Titadyne. El local, uno de los más conocidos de la ruta del bakalao en Navarra y que sólo abre al público los domingos de 8.00 a 15.00, ya había sido objeto de diversos ataques y amenazas.

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El atentado no produjo heridos, aunque el edificio, una nave aislada situada a unos cien metros del núcleo urbano de Lakuntza, quedó prácticamente destrozado. La fuerte explosión derribó gran parte de los muros y techo, y causó daños menores en naves industriales situadas en las cercanías. Tras las primeras dudas, fuentes policiales apuntaron a ETA como autora del atentado, sobre todo después de comprobar cómo se había llevado a cabo la acción terrorista.

Sobre las 22.05 del jueves, tres jóvenes encapuchados redujeron pistola en mano al vigilante, Amadeo Tejados, de 64 años, que residía en una dependencia de la propia discoteca. Tras acceder al interior del recinto, colocaron tres potentes cargas explosivas y trasladaron al vigilante en un vehículo hasta una zona montañosa, en la que le abandonaron maniatado. El secuestrado pudo liberarse y avisó a la Guardia Civil y a los propietarios de la discoteca, cuatro socios guipuzcoanos. Era la una de la madrugada. Las bombas estallaron veinte minutos después, cuando varias patrullas de las unidades antiterroristas de la Guardia Civil acudían al lugar.

La sala Universal está gerenciada por la empresa Inasenco, propiedad de los cuatro socios, todos ellos residentes en Álava. La discoteca fue ya atacada el 5 de mayo de 2000, cuando un incendio provocado destrozó el sistema eléctrico. Un comunicante anónimo reivindicó la acción. En la noche del 25 de diciembre pasado, un cóctel mólotov provocó escasos daños y el pasado verano la Guardia Civil comprobó que un aviso telefónico en el que se advertía sobre la colocación de varios proyectiles dirigidos contra el local era falso. En todas las ocasiones, los comunicantes denunciaban la venta de drogas en el interior del local como 'nueva forma de control de la juventud' impuesto por el 'sistema español capitalista'.

El atentado de Lakuntza refuerza la tesis sobre la presencia en el valle de Sakana de un comando de legales (no fichados) de ETA que habría cometido desde 2000 diversos atentados no esclarecidos tras las últimas detenciones de grupos del llamado complejo Donosti. Entre otros, los asesinatos de subteniente del Ejército Francisco Casanova, cometido en Berriozar en agosto de 2000, o el del concejal de UPN en Leitza José María Múgica, el 14 de julio de este año.

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La discoteca atacada es un polémico local cuyo cierre decretó el Gobierno de Navarra el pasado mes de julio por las graves deficiencias de seguridad detectadas, entre ellas la existencia de cadenas que impedían el uso de las salidas de emergencia. Pero los propietarios recurrieron la multa de dos millones y el cierre durante dos años, y mantuvieron abierto el negocio a la espera de la resolución judicial.

En Lakuntza, localidad de 1.000 habitantes de un valle con fuerte presencia abertzale, existe desde hace varios años una comisión vecinal que inició acciones legales contra la discoteca debido a los múltiples problemas generados en el entorno. Una de las portavoces del colectivo, Txaro Arregi, concejal de Batasuna, aseguró ayer que el pueblo deseaba el cierre del local, pero evitó valorar el atentado. Además de las frecuentes redadas policiales, en las que se intervinieron drogas de diseño, algunos de los usuarios de la discoteca, unos 1.200 jóvenes cada fin de semana, habían llegado a provocar accidentes de tráfico en las carreteras y pueblos circundantes por su conducción temeraria, así como altercados con los vecinos.

Dos guardias civiles observan el estado en el que quedó la discoteca tras la explosión.LUIS AZANZA

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