Cortar los rascacielos

A Christian Tobin, su paso por Granada ha aportado el descubrimiento de un prodigio: la Alhambra. El escultor se quedó fascinado al ver cómo los musulmanes granadinos habían jugado con los mismos elementos que a él le atraen tanto: el mármol y el agua. 'Me gusta la Alhambra por ese juego que hay con los sonidos del agua', dice.

Ahora ya hay escultores que comienzan a imitarlo y a utilizar sus principios científicos. 'Por eso, lo que me planteo es hacer cosas muy personales', explica el artista. Otras de sus creaciones juegan con la luz del sol: Tobin experimenta con grupos escultóricos ...

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A Christian Tobin, su paso por Granada ha aportado el descubrimiento de un prodigio: la Alhambra. El escultor se quedó fascinado al ver cómo los musulmanes granadinos habían jugado con los mismos elementos que a él le atraen tanto: el mármol y el agua. 'Me gusta la Alhambra por ese juego que hay con los sonidos del agua', dice.

Ahora ya hay escultores que comienzan a imitarlo y a utilizar sus principios científicos. 'Por eso, lo que me planteo es hacer cosas muy personales', explica el artista. Otras de sus creaciones juegan con la luz del sol: Tobin experimenta con grupos escultóricos que hacen posible conocer la hora con total exactitud gracias a las sombras proyectadas por el sol. Uno de sus proyectos es una gigantesca roca en forma de lámina de apenas unos centímetros de grosor que funcionará como la aguja de un reloj en el memorial de Nelson Mandela.

¿Y se le ha ocurrido algún proyecto realmente loco, desmesurado? El escultor sonríe. 'Sí', comenta con sorna. 'Me gustaría cortar los rascacielos del World Trade Center (Nueva York) por la mitad, como mis columnas'. El humor tampoco es ajeno a sus creaciones. Uno de sus grupos de columnas se llama La ley de Murphy. 'Lleva ese nombre', explica, 'porque todo lo que podía salir mal salió mal'.

Rocas magmáticas o granito de Cerdeña son los materiales con los que más trabaja. Y el agua. Esa mezcla fascinante entre el líquido, tan voluble, tan escurridizo, y la roca, contundente, crea una tremenda fascinación en quien la contempla. 'A mí me sucede como con el fuego', explica Páramo: 'me quedo hipnotizado'. Hasta tal punto es así que en la ciudad alemana de Füssen, famosa por sus castillos, una plaza con una decena de columnas en movimiento de Tobin se ha convertido en el verdadero atractivo turístico de la zona: todo el mundo se fotografía allí.

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