El lenguaje de la marisma

Jesús Vozmediano recopila cerca de 400 nombres vernáculos de la comarca de Doñana

Por muy experimentado que estuviera en la identificación de aves, un ornitólogo que visitara por primera vez Doñana tendría serias dificultades para reconocer a determinadas especies en función de los nombres que los lugareños les han asignado. Lo que cualquier aficionado a la avifauna conoce como buitrón, un ave de pequeño tamaño, se denomina en las marismas del Guadalquivir, y según las zonas, buitrecillo, cienlibras, tumbacarretas, tumbabarco o pajarillo de junco. Y éste es sólo uno de los muchos ejemplos que ponen de manifiesto la riqueza lingüística asociada a los elementos naturales de e...

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Por muy experimentado que estuviera en la identificación de aves, un ornitólogo que visitara por primera vez Doñana tendría serias dificultades para reconocer a determinadas especies en función de los nombres que los lugareños les han asignado. Lo que cualquier aficionado a la avifauna conoce como buitrón, un ave de pequeño tamaño, se denomina en las marismas del Guadalquivir, y según las zonas, buitrecillo, cienlibras, tumbacarretas, tumbabarco o pajarillo de junco. Y éste es sólo uno de los muchos ejemplos que ponen de manifiesto la riqueza lingüística asociada a los elementos naturales de este territorio, una riqueza que está en peligro de extinción.

La progresiva desaparición de los viejos pobladores de la marisma ha supuesto un daño irreparable a la cultura oral que atesoraban, legado que ha ido empobreciéndose y que, en algunos casos, se ha perdido para siempre. El que fuera director de la Estación Biológica de Doñana, Javier Castroviejo, está convencido de que 'estos conocimientos, adquiridos tanto por experiencia directa como por tradición oral, es necesario rescatarlos para la posteridad, ya sea por la aplicación que de todo ello se puede hacer para conservar este espacio como por el valor que este patrimonio cultural encierra per se'.

Desde los años setenta, Jesús Vozmediano, naturalista y miembro del patronato del parque nacional, ha venido recopilando aquellos nombres y expresiones vernáculas utilizadas en esta comarca, hasta reunir casi 400 que, comentados, han visto ahora la luz en una publicación editada por el Ministerio de Medio Ambiente. La única pretensión de Vernáculos y Acordanzas de Doñana es, según su autor, 'hacer públicos los nombres usados tradicionalmente en el coto y las marismas de Doñana que, asombrosa e increíblemente, se han mantenido intactos durante siglos, transmitidos de abuelos a nietos'.

A través de los testimonios de viejos guardas, pescadores, ganaderos o cazadores, Vozmediano ha recogido nombres vernáculos de uso generalizado en toda la comarca y otros específicos de algunas localidades. El origen de cada una de estas palabras es variopinto, procediendo algunas de raíces latinas o medievales, y otras, la mayoría de las referidas a especies animales, basadas en evocaciones onomatopéyicas, morfológicas o conductistas.

De cada uno de estos orígenes existen múltiples citas en la obra. Así, al chotacabras pardo se le denomina zumaya, palabra ya usada en el Medievo. La lavandera blanca es conocida como pipitita, en alusión a su canto. Al pato cuchara, por su aspecto, se le conoce como paleto, y al avetorillo, en referencia a su comportamiento, se le ha bautizado como miracielo. Algunos nombres son lo suficientemente expresivos como para imaginar el aspecto del animal al que designan, es el caso del patilargo (cigüeñuela) o el rabúo (rabilargo). A veces, el vernáculo nos informa de las curiosas costumbres de algunas aves, como el espurgabuey (garcilla bueyera) o el mataperros (polluela chica).

'En ocasiones', señala Vozmediano, 'el mismo nombre es utilizado, indistintamente, para especies diferentes, como sucede con pitil, que lo mismo señala a un petirrojo que a un correlimos, aves muy diferentes entre si'. Este curioso fenómeno puede dar lugar a ciertas confusiones, ya que, por ejemplo, el término panarra se usa tanto para la carpa como para el murciélago chico, 'cuestión absolutamente inexplicable'.

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Otro de los problemas a los que se ha enfrentado Jesús Vozmediano es el de la pronunciación y las variantes dialectales, que también introducen llamativos cambios en las denominaciones. A la cerceta común se le llama, según la zona, sarceta, zarceta o sarseta, y para señalar a la cogujada común pueden emplearse los términos cujá, cobujá o cogujá.

Además de la extensa lista de vernáculos referidos a la fauna, también se incluyen en esta obra nombres tradicionales relativos a accidentes geográficos, instrumentos, costumbres, plantas, oficios o formas de vida. De cada uno de ellos se ofrece un comentario al que se añaden, en algunos casos, historias, referencias diversas y topónimos relacionados. 'Es obvio', precisa Vozmediano, 'que no se ha pretendido un simple diccionario, sino una obra que recoja al mismo tiempo vivencias y hechos de una Doñana eterna'.

Algunos de los nombres recopilados por Vozmediano hacen referencia a elementos o costumbres ciertamente llamativas.

Saca de yeguas en El Rocío, el pasado 27 de junio.LOGAN

Arenas movedizas, ojos y víboras

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