CALENTAMIENTO GLOBAL

Los ministros de Medio Ambiente intentan salvar el pacto del clima

La UE discrepa de Canadá, Australia y Japón

Los ministros de Medio Ambiente de más de 170 países reunidos en Bonn iniciaron ayer un nuevo intento de salvar el instrumento para cumplir la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambios Climáticos, mientras esperan lo que pueda pasar en la cumbre del G-8 que empieza hoy en Génova. Sin embargo, muchas son aún las cuestiones que separan a los negociadores, sobre todo a la UE, por un lado, y a Canadá, Japón y Australia por otro.

El hecho de tener unos documentos de negociación claros, con todas las posturas expresadas, aunque muy distanciadas aún en los puntos clave, y la voluntad p...

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Los ministros de Medio Ambiente de más de 170 países reunidos en Bonn iniciaron ayer un nuevo intento de salvar el instrumento para cumplir la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambios Climáticos, mientras esperan lo que pueda pasar en la cumbre del G-8 que empieza hoy en Génova. Sin embargo, muchas son aún las cuestiones que separan a los negociadores, sobre todo a la UE, por un lado, y a Canadá, Japón y Australia por otro.

El hecho de tener unos documentos de negociación claros, con todas las posturas expresadas, aunque muy distanciadas aún en los puntos clave, y la voluntad política de negociar manifestada por los ministros, fueron elementos destacados ayer como positivos en la cumbre del clima de Bonn por el presidente de la misma, Jan Pronk. 'Para nosotros el éxito de la cumbre consistiría en un acuerdo sobre las cuestiones esenciales que permitiese ratificar el Protocolo de Kioto [sobre reducción de gases de efecto invernadero] y que fuera un acuerdo medioambiental, y el fracaso sería que se paralizase el proceso del protocolo', señaló por su parte Olivier Deleuze, secretario de Estado para Energía y Desarrollo Sostenible de Bélgica, y jefe de la delegación de la UE.

Mientras comenzaba la sesión plenaria de apertura del tramo ministerial de la cumbre, la policía alemana cargaba contra un grupo de manifestantes defensores del medio ambiente que habían bloqueado el tráfico cerca del recinto de la conferencia.

Las cuestiones que iban ayer mejor encarriladas en las negociaciones eran las relativas a la ayuda para la capacitación de los países del Tercer Mundo para hacer frente a los problemas del cambio climático, y también algunos puntos de los llamados mecanismos, como los proyectos que los países desarrollados podrían poner en marcha en los países en desarrollo, cuyo efecto en términos de reducción de emisiones conseguidas se apuntarían como un tanto a favor.

Sin embargo seguían empantanadas las negociaciones de los sumideros y del régimen de cumplimiento, es decir de las medidas que se tomen contra un país que no alcance los objetivos de reducción de emisiones. La UE quiere que se acuerde algún tipo de compromiso legal, mientras que países como Canadá, Japón y Australia (antiguos compañeros de EE UU en el grupo paraguas antes de que Washington rechazase el Protocolo de Kioto), no quieren oír hablar de sanciones por incumplimiento.

Mientras tanto, Japón sigue acaparando la atención. Ayer incluso se oyeron comentarios acerca de la posibilidad de poner en vigor el protocolo sin EE UU y sin Japón. El presidente Jan Pronk comentó que ello sería 'matemáticamente posible pero políticamente dificilísimo'.

Pero la situacion es muy delicada para el Gobierno nipón, con unas elecciones inminentes. La supervivencia del instrumento legal que lleva el nombre de la capital imperial histórica japonesa es importante en su política interior. Ayer se desplazó a Bonn una delegación del Partido Demócrata de Japón (oposición) y declaró que incluso en caso de que EE UU continúe rechazando el Protocolo de Kioto, Japón debe ratificarlo.

Preocupación indígena

Si los sumideros, las practicas forestales y agrícolas dirigidas a secuestrar dióxido de carbono, se aceptan en las reglas de cumplimiento del protocolo de Kioto, millones de personas de los pueblos indígenas pueden ver su entorno -el territorio que es y ha sido su casa durante muchas generaciones- tremendamente afectado por prácticas de alteración de bosques y selvas, así como por nuevos cultivos. Por ello, representantes de estos pueblos indígenas de Asia, África, América y Oceanía, manifestaron ayer en Bonn su oposición a los sumideros en su casa. Además, reclamaron una participación reconocida en las negociaciones de medidas ante el cambio climático, del que están excluidos pese a estar directamente afectados tanto por los impactos del calentamiento global como por las estrategias que la comunidad internacional pueda adoptar.