La policía detiene al vecino de una psicóloga como presunto autor del asesinato de la mujer

Los agentes hallaron en casa de Boaventura las llaves y las joyas y tarjetas de crédito de la mujer

Boaventura D. R. P., de 38 años, ha confesado ser el autor de la muerte de María del Rosario González Aguado, una psicóloga de 43 años cuyo cadáver maniatado fue hallado en la madrugada del pasado viernes en su domicilio del piso segundo centro izquierda, en el número 8 de la calle de Casino (distrito de Centro), según fuentes policiales. Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía detuvieron al supuesto agresor en su vivienda, un piso contiguo al de la víctima. El móvil del asesinato, según le dijeron los agentes a la familia de la víctima, pudo ser el robo.

María del Rosario residía desd...

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Boaventura D. R. P., de 38 años, ha confesado ser el autor de la muerte de María del Rosario González Aguado, una psicóloga de 43 años cuyo cadáver maniatado fue hallado en la madrugada del pasado viernes en su domicilio del piso segundo centro izquierda, en el número 8 de la calle de Casino (distrito de Centro), según fuentes policiales. Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía detuvieron al supuesto agresor en su vivienda, un piso contiguo al de la víctima. El móvil del asesinato, según le dijeron los agentes a la familia de la víctima, pudo ser el robo.

María del Rosario residía desde hace 18 meses en una habitación que le había alquilado Jairo Rodríguez, bailarín de la compañía de danza de Antonio Márquez. Rodríguez, que compartía la vivienda con la fallecida, fue quien dio aviso a la policía tras encontrar el cadáver de Maria del Rosario sobre las tres y veinte de la madrugada del viernes. La mujer yacía en el salón de la casa vestida con una bata y un camisón. No llevaba puesta ropa interior y sus manos estaban atadas con un pañuelo.

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Un amigo de Rodríguez, que tenía llaves del domicilio, había intentado entrar de madrugada en la casa, pero, al intentar franquear la puerta, alguien desde dentro se lo impidió. El amigo pensó que una persona estaba robando en el piso y llamó a Rodríguez. Cuando éste llegó, los dos pudieron abrir la puerta. Entonces hallaron el cuerpo sin vida de la inquilina. En la casa, según contó a la policía Jairo Rodríguez, faltaban efectos personales de la víctima. También había varias botellas de bebidas alcohólicas abiertas que despedían un fuerte olor.

La policía se trasladó a la vivienda y, tras interrogar a los vecinos, comenzó a sospechar que el autor del crimen podría residir en el mismo edificio. Una vecina de la víctima relató a los agentes que el pasado jueves por la tarde, la última vez que vio a Rosario con vida, ésta le había contado una curiosa anécdota que constituyó una pista crucial para la policía. En ese encuentro, la víctima le dijo a su vecina que unas horas antes un inquilino del piso segundo izquierda, en la misma planta donde vivía la fallecida, le había solicitado que le dejara entrar en su casa para, desde allí, acceder a la suya porque se le estaba quemando la cocina y se le habían olvidado las llaves dentro. Los balcones de ambas viviendas están muy próximos y es fácil pasar de uno a otro.

Los agentes que se hicieron cargo de la investigación interrogaron a todos los vecinos, pero especialmente a los del piso segundo izquierda. Allí habita un grupo de seis ecuatorianos, todos ellos trabajadores de la construcción, según contó ayer uno de los residentes, que, además, negó conocer tanto a la víctima como a su presunto agresor.

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Ninguno de los inquilinos del piso segundo izquierda reconoció ante los investigadores haber mantenido, en el transcurso de la tarde del jueves, contacto ninguno con María del Rosario. Pero cuando llegó el turno de preguntar a Boaventura, éste, según la versión policial, se mostró nervioso y su relato presentó contradicciones. Además, tenía arañazos en el rostro cuyo origen no supo explicar.

La policía, entonces, condujo a Boaventura, de nacionalidad portuguesa o brasileña, dato que ayer no pudo ser confirmado, hasta las dependencias policiales para tomarle declaración. Una vez allí se mantuvo en su primer testimonio, pero después reconoció ser el autor de los hechos. Según su versión, conocía a María del Rosario desde hacía quince días, y el jueves por la tarde ella le había invitado a tomar una copa en su casa.

En un momento dado, según la versión que ofreció Boaventura a los agentes, María del Rosario le empujó y le arañó en la cara. Él, entonces, la cogió fuertemente por el cuello y después la maniató con un pañuelo hasta que vio cómo perdía el conocimiento. Boaventura abandonó el domicilio y seis horas después regresó a la casa, donde comprobó que la mujer estaba muerta. Fue en ese momento, sobre las tres y veinte de la madrugada, cuando llegó al domicilio el amigo de Jairo Rodríguez, a quien Boaventura le impidió la entrada. Probablemente, y según creen algunos vecinos, el supuesto homicida debió saltar por el balcón y entrar a su propio domicilio sin que ni Jairo ni su amigo le vieran. En la casa de Boaventura la policía halló un juego de llaves de la vivienda de la víctima, su teléfono móvil, tarjetas de crédito a nombre de María del Rosario, joyas y otros efectos. Según la policía, el supuesto agresor había sido detenido el pasado 10 de julio por apropiación indebida y estafa. Ayer se esperaba que pasara a disposición judicial.

Los resultados de la autopsia, comunicados a los familiares de la víctima, descartaron que María del Rosario hubiera sufrido agresiones sexuales. La policía informó a la familia de que el móvil más probable del crimen fue el robo. Según esta hipótesis, tras su primer encuentro del jueves, Boaventura volvió a entrar por el balcón de su casa en el domicilio de la víctima pensando que la casa estaba vacía. Pero María del Rosario estaba allí dispuesta a irse a dormir y Boaventura la mató para que no lo denunciara.

Jairo Rodríguez no dejaba de lamentar lo sucedido. 'El día de ayer [el viernes] fue el más largo de mi vida', comentó con voz entrecortada. Desde enero se han producido en Madrid 42 asesinatos.

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