Tribuna

Hay balance: ¡A atacar!

Cuando las primeras montañas aparecen en el horizonte, llega la hora de los balances. Ley de vida, ley de Tour. Con la trampa de las etapas de media montaña acechando, con la resaca de la crono, con la fatiga de las etapas de llano, llega el momento de la reflexión, la oportunidad para la duda. Aparece el consejo de administración: ¿cuánto hemos invertido aquí? ¿tanto? ¿y sólo eso hemos conseguido? ¿sólo? No, no, no, debemos cambiar la táctica, hay que pasar a la acción. Otros las cuecen más optimistas. ¿Todo eso hemos perdido? pues bien, que remedio, a aprovechar la libertad de movimiento, y,...

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Cuando las primeras montañas aparecen en el horizonte, llega la hora de los balances. Ley de vida, ley de Tour. Con la trampa de las etapas de media montaña acechando, con la resaca de la crono, con la fatiga de las etapas de llano, llega el momento de la reflexión, la oportunidad para la duda. Aparece el consejo de administración: ¿cuánto hemos invertido aquí? ¿tanto? ¿y sólo eso hemos conseguido? ¿sólo? No, no, no, debemos cambiar la táctica, hay que pasar a la acción. Otros las cuecen más optimistas. ¿Todo eso hemos perdido? pues bien, que remedio, a aprovechar la libertad de movimiento, y, algo es algo, a olvidarnos de la tensión.

Los sprinters rápido cuadran sus cuentas. Con una mano, no más. Son tres dedos, tres, como los Tours que persigue Armstrong. Y dos son para Zabel. Y uno para Kirsipuu; y al resto nada, ni las migajas, porque un segundo o un tercero, en el Tour, apenas vale nada. ¿Y qué les queda? Poco. París, su paraíso, y poco más. Si acaso el día anterior, o, si la suerte acompaña, cosa que dudo sabiendo lo cara que se cotiza aquí una etapa, alguna otra oportunidad.

Los otros, la gran masa, la materia viviente y coleante del pelotón, digamos el volumen, esos que, como yo, no son sprinters, ni escaladores, ni por supuesto favoritos para el podio, comienzan ahora a soñar. Ese tiempo que llevas perdido en la general te alimenta, te da margen, te da la chispa necesaria para luchar. Ese perfil dentado que ahuyenta la esperanza del sprint te excita, te emociona, te brinda una oportunidad. Así que mañana saldrás a por todas. Y con las piernas masajeadas, los dientes apretados, y un café doble para calentar, no pararás hasta que en el coche, suene por radio vuelta tu dorsal.

Pedro Horrillo es corredor del Mapei.

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