EL CONFLICTO AÉREO EN ESPAÑA

La Iberia privada sufre los mismos problemas que cuando era pública

Iberia es totalmente privada desde el pasado día 3 de abril, cuando comenzó a cotizar en bolsa. La privatización de Iberia, que estaba prevista para la primera legislatura del PP, quedó retrasada para la segunda y la gestación y desarrollo de la salida al mercado ha sufrido un cúmulo de turbulencias que convirtió la oferta pública de acciones en un reguero de noticias casi siempre desfavorables para la imagen y la actividad de la compañía y muchas de ellas ligadas a los pilotos.

La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), poseedora de las acciones de la empresa, logró ar...

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Iberia es totalmente privada desde el pasado día 3 de abril, cuando comenzó a cotizar en bolsa. La privatización de Iberia, que estaba prevista para la primera legislatura del PP, quedó retrasada para la segunda y la gestación y desarrollo de la salida al mercado ha sufrido un cúmulo de turbulencias que convirtió la oferta pública de acciones en un reguero de noticias casi siempre desfavorables para la imagen y la actividad de la compañía y muchas de ellas ligadas a los pilotos.

La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), poseedora de las acciones de la empresa, logró articular un núcleo estable de accionistas en marzo de 2000. Entró como socio industrial British Airways con el 9% del capital junto con American Airlines con el 1%. Posteriormente y por subasta entraron Caja Madrid (10%); BBVA, (7,3%); Logista, 6,7%; El Corte Inglés, (el 3%) y Ahorro Corporación (3%). En total el 40%.

Este núcleo comenzó a tener problemas con la SEPI en los días previos a la oferta pública de venta (OPV), en marzo, por el 54% del capital (6% en manos de los empleados). El núcleo había presionado a la SEPI el pasado otoño para que Iberia cotizara antes de final de 2000. La presión del núcleo inversor y la de la propia dirección de la compañía hicieron que la SEPI sacara al mercado la empresa en el mes de abril, con la bolsa por los suelos. Pero no fue ése el mayor problema de la OPV. La operación estuvo en el aire cuando en la última semana de febrero y con toda la maquinaria financiera en marcha para la salida a bolsa los pilotos comenzaron una huelga de celo que duró diez días y que devaluó el precio de la empresa en los mercados internacionales. Los colocadores de la oferta han reconocido posteriormente que se plantearon proponer su paralización.

Huelga de celo

El presidente de la SEPI, Pedro Ferreras, lanzó un órdago a los pilotos y amenazó con suspender la salida a bolsa si no abandonaban la huelga de celo. Los pilotos plegaron velas pero quedó larvado el problema y tan solo dos meses después volvieron a plantear sus reivindicaciones laborales y ahora han vuelto a poner a la empresa contra las cuerdas.

Ahora, la compañía es totalmente privada (tan sólo la SEPI tiene el 5% que se quedaron los bancos colocadores) pero los problemas son los mismos. La compañía, que comenzó a cotizar a 1,19 euros por acción con la menor demanda de títulos en el tramo minorista y el institucional, ha mostrado un vuelo plano, con pequeñas oscilaciones, pero nunca por encima de su precio de salida. Ayer, los títulos cerraron a 1,14 euros con una subida en el día del 0,88%. Ahora, los inversores particulares recuerdan lo que intuían en los días previos a la salida a bolsa: era muy complicado rentabilizar una empresa con un sindicato como el SEPLA, dentro y al mando de la aeronave.

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