Que no vuelva a ocurrir

Pronto hará un año. El próximo 24 de junio hará un año desde que Montse nos fue arrebatada por un cohete homicida que, de manera imprudente o no (el caso continúa aún sub judice), fue lanzado por unos menores (hoy se llaman así, aunque tengan el juicio suficiente de un mayor de edad) que tenían unas verdaderas bombas destructoras en sus manos. No pudimos hacer nada para salvar a Montse. Pero ello nos da la obligación moral de evitar que vuelva a ocurrir. No queremos que la muerte de Montse no sirva para nada, y por ello exigimos una legislación al máximo restrictiva en el uso de los pro...

Pronto hará un año. El próximo 24 de junio hará un año desde que Montse nos fue arrebatada por un cohete homicida que, de manera imprudente o no (el caso continúa aún sub judice), fue lanzado por unos menores (hoy se llaman así, aunque tengan el juicio suficiente de un mayor de edad) que tenían unas verdaderas bombas destructoras en sus manos. No pudimos hacer nada para salvar a Montse. Pero ello nos da la obligación moral de evitar que vuelva a ocurrir. No queremos que la muerte de Montse no sirva para nada, y por ello exigimos una legislación al máximo restrictiva en el uso de los productos pirotécnicos.

En nuestro país se necesita una licencia de armas para utilizar un arma, se necesita una licencia de conducir para utilizar un vehículo a motor, pero, incomprensiblemente, nada se necesita para utilizar auténticos explosivos capaces de hacer más daño que las armas de fuego. Es necesario limitar su venta, es necesario limitar la potencia de los mismos utilizados por los profanos, reduciéndolos, si es necesario, a la mínima expresión, y es necesario establecer las bases de su utilización.

La sociedad no está concienciada del peligro que comporta el mal uso de estos productos, y así difícilmente concienciará a los pequeños. Es necesario que desde la escuela se eduque en este sentido, pues sólo respetando al prójimo se respetará uno mismo. Nuestro deseo es que no vuelva a ocurrir. Por Montse.