Una nueva idea de lo virtuosista
Berio entra en contacto con cualquier tipo de audiencia sin tardanza ni resistencia; es músico completo, refinado y creador de viva y varia fisonomía. La posesión de un lenguaje vocal o instrumental muy específico manifestada a solo en sus hasta ahora 14 Secuencias o camerísticamente en Chemins, me parecen un reto del que sale victoriosa una idea nueva y siempre fresca de lo virtuosista. Quedó demostrado ahora, ante un público que tenía la novedad de su mayoría juvenil, en la Sequenza VIII, para violín sin acompañamiento; en Chemins IV, para oboe y 11 arcos, ...
Berio entra en contacto con cualquier tipo de audiencia sin tardanza ni resistencia; es músico completo, refinado y creador de viva y varia fisonomía. La posesión de un lenguaje vocal o instrumental muy específico manifestada a solo en sus hasta ahora 14 Secuencias o camerísticamente en Chemins, me parecen un reto del que sale victoriosa una idea nueva y siempre fresca de lo virtuosista. Quedó demostrado ahora, ante un público que tenía la novedad de su mayoría juvenil, en la Sequenza VIII, para violín sin acompañamiento; en Chemins IV, para oboe y 11 arcos, o en Corale para violín, dos trompas y conjunto de cuerda, protagonizadas con absoluto primor por el violinista de Bari Francesco D'Orazio y el profesor de oboe en la Escuela Reina Sofía, Hansjörg Schellenberger.
Afirmaba en Barcelona Richard Strauss que bastarían las Siete canciones populares, de Falla, para reconocer a su autor como maestro, y otro tanto cabría decir de las Folksongs escritas por Berio cuando enseñaba en el Mills College de Oakland (EE UU) en 1963-1964, cantadas en Madrid por Aida Caiello, Ana Hasler e Inés Zikou. En resumen, las obras programadas en el concierto de la Orquesta de la Escuela Reina Sofía -que respondió con ágil magnificencia a las indicaciones y orientaciones del compositor- nos dieron la resumida visión de Berio dentro de un género limitado y un tiempo que va desde 1964 (Folksongs) hasta 1981 (Corale).