Crítica

Topos y ratas

Nacida de un cruce no precisamente feliz entre A la caza, la desviación de comportamiento que afecta a un policía obligado a actuar como quien no es, y Donnie Brasco, Juego de confidencias parte de una historia verídica, uno de sus temas son los problemas a que lleva la identificación entre perseguidor y presa. La película es eso que ahora llaman en EE UU una ghetto movie, una película que se desarrolla enteramente en ambientes de la minoría negra, en este caso de Cincinatti.

El director Michael Reymer cuenta a lo largo de 96 minutos la historia de un agente ...

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Nacida de un cruce no precisamente feliz entre A la caza, la desviación de comportamiento que afecta a un policía obligado a actuar como quien no es, y Donnie Brasco, Juego de confidencias parte de una historia verídica, uno de sus temas son los problemas a que lleva la identificación entre perseguidor y presa. La película es eso que ahora llaman en EE UU una ghetto movie, una película que se desarrolla enteramente en ambientes de la minoría negra, en este caso de Cincinatti.

El director Michael Reymer cuenta a lo largo de 96 minutos la historia de un agente antidrogas que se infiltra en una banda de traficantes. Es la primera película estadounidense del australiano Rymer y tiene como productores a los avispados Bob y Harvey Weinstein, expertos en películas de acción. El filme no contiene un gramo de originalidad: sólo se deja ver cuando la resucitada Pam Grier aparece (muy poco) en pantalla. Que suene de cuando en cuando alguna nota del gran Miles Davis parece todo un sinsentido.

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