Reportaje:

La estrategia de La Alameda

El barrio sevillano emplea la cultura contra la construcción de un aparcamiento subterráneo

El arsenal se compone de cámaras fotográficas de usar y tirar, pinturas murales y hasta el campanófono del mismísimo Llorenç Barber, quien dará un concierto el lunes en la plaza Calderón de la Barca. El campo de ballata es La Alameda de Hércules, un gran paseo de albero en el que conviven más de 200 árboles, los dos mercadillos callejeros con más solera de Sevilla y bastantes bares de copas frecuentados por las tribus urbanas más bohemias.

Los bandos rivales son, por un lado, asociaciones de vecinos, culturales, de apoyo a los drogodependientes, a inmigrantes y a las prostitutas ...

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El arsenal se compone de cámaras fotográficas de usar y tirar, pinturas murales y hasta el campanófono del mismísimo Llorenç Barber, quien dará un concierto el lunes en la plaza Calderón de la Barca. El campo de ballata es La Alameda de Hércules, un gran paseo de albero en el que conviven más de 200 árboles, los dos mercadillos callejeros con más solera de Sevilla y bastantes bares de copas frecuentados por las tribus urbanas más bohemias.

Los bandos rivales son, por un lado, asociaciones de vecinos, culturales, de apoyo a los drogodependientes, a inmigrantes y a las prostitutas que trabajan por la zona; por otro, la Delegación de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla. Motivo de la trifulca: el aparcamiento subterráneo que el gobierno municipal quiere construir bajo el vetusto paseo y que implicaría la tala de los árboles.

Como en la película del colombiano Sergio Cabrera, La estrategia del caracol, en la que los vecinos de una enorme casa hacen lo imposible para que el propietario no derribe el inmueble; los vecinos de La Alameda de Hércules, están dispuestos a darle a la imaginación para que los ediles les escuchen.

'Si construyen el aparcamiento acaban con el barrio. Hace diez años que no se ocupan de La Alameda y ahora quieren oradar el paseo para hacer algo que sólo beneficiaría a los grandes almacenes que están cerca y que acabaría con el espíritu del barrio y con una de las pocas zonas verdes del centro', dice José Luis Pérez, enfermero de 49 años y vecino de la zona hace dos décadas. Él es una de las 80 personas que estos días recorren el paseo cámara en mano para hacer un gran mural, con 800 fotografías, que podrá verse el lunes en el centro cívico Las Sirenas. Al proyecto, que incluye charlas, mesas redondas, proyecciones, la performance Talameda, de Miguel Benlloch y el concierto de campanas de Barber, se han sumado 43 artistas plásticos que han realizado también fotografías de la zona.

'Hemos implicado a gente de todas las edades. Nuestras colaboradoras más jóvenes son dos niñas de ocho años, Marina Pérez y Lucía Candel, y los mayores tienen sobre 60', explica Ana Hernando, coordinadora del proyecto fotográfico y miembro de la plataforma Alamedaviva. La asociación ha organizado, del 21 al 24 de este mes, unas jornadas para debatir el futuro del barrio.

'Los árboles son muy importantes para los drogodependientes. Es casi lo único que han fotografíado', añade Alicia Rodríguez, trabajadora social del colectivo La Calle.

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