'Las sillas y las mesas vuelan por el aula, trabajar así es muy difícil'

A un profesor se le suele pedir que enseñe, que conozca a sus alumnos, que los respete y les motive. 'Pero ¿cómo pueden pedirme esto si cada semana me cambian de escuela?'. Ésta es la pregunta del millón de dólares que suelen formularse los interinos y sustitutos, un auténtico ejército de profesionales de la educación que en Cataluña ya suma más de 6.000 personas. Ellos son los responsables de cubrir las bajas médicas y por maternidad, y las excedencias de los titulares de una plaza. No tienen aprobadas las oposiciones, por lo que un día están en Mataró y al siguiente en Castelldefels. ...

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A un profesor se le suele pedir que enseñe, que conozca a sus alumnos, que los respete y les motive. 'Pero ¿cómo pueden pedirme esto si cada semana me cambian de escuela?'. Ésta es la pregunta del millón de dólares que suelen formularse los interinos y sustitutos, un auténtico ejército de profesionales de la educación que en Cataluña ya suma más de 6.000 personas. Ellos son los responsables de cubrir las bajas médicas y por maternidad, y las excedencias de los titulares de una plaza. No tienen aprobadas las oposiciones, por lo que un día están en Mataró y al siguiente en Castelldefels. O, peor aún, en la lista del paro.

Una profesora interina de una de las escuelas del barrio de La Mina (Sant Adrià de Besòs) que prefiere mantenerse en el anonimato resume su vida laboral como un 'conocer gente continuamente'. 'El año pasado estuve dando clases en ocho escuelas diferentes. ¿Sabes qué es llegar a una clase distinta cada semana y empezar de cero?'. 'La primera vez lo haces con ganas, te empleas a fondo; la segunda también, pero al final te acabas quemando, ves que no se puede trabajar así'. Por este motivo, el pasado mes de septiembre decidió apostar por la estabilidad. La oportunidad le salió en una de las escuelas de La Mina. 'Había una plaza libre. Era para todo el curso y, a pesar de ello, nadie quería ocuparla. Yo me dije: '¿Y por qué no?'.

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En La Mina ha conseguido estabilidad, pero confiesa estar desbordada por la conflictividad que ve en su aula. 'Las cosas han mejorado las últimas semanas, pero todavía no he podido dar ninguna clase con normalidad'. Sus alumnos tienen entre 11 y 12 años, proceden mayoritariamente de familias desestructuradas y en demasiadas ocasiones sus intereses quedan lejos de los libros.

'Las sillas y las mesas vuelan por la clase, es muy dificil trabajar de esta manera', explica la interina. Ahora, ocho meses después de haber comenzado el curso, empieza a tener 'buena sintonía' con sus alumnos. '¡Y sólo son una docena!'.

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A pesar de los apuros que ha pasado, esta profesora interina ha encontrado en La Mina la motivación de la que carecía en sus anteriores destinos. 'Si pudiera quedarme aquí otro año, con los mismos alumnos, creo que podríamos hacer cosas muy interesantes, aprender en serio'. Sin embargo, sabe que a finales de junio su destino volverá a depender de la baja laboral de alguien a quien no conoce o de cualquier otra eventualidad.

Estabilidad. Éste es el principal objetivo de los interinos que ayer se manifestaron junto a los profesores funcionarios. Sostienen que un profesor debería estar con sus alumnos por lo menos dos años seguidos. Mientras esto no sea posible, los sindicatos piden una solución de mínimos: crear un cuerpo de profesores que, dentro de una zona concreta, cubran las bajas existentes.

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