Entrevista:MARIO MUCHNIK | ESCRITOR Y EDITOR

'La modestia comercial suele acompañar a la grandeza cultural'

Al igual que su compatriota Ernesto Sábato, el argentino Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931) abandonó la física por amor a la literatura. Fotógrafo aficionado, infatigable editor, plataforma de lanzamiento de autores como Elias Canetti, Primo Levi o Susan Sontang, rival de tenis de mesa de Henry Miller y estimable escritor, Muchnik ha aireado los trapos sucios del mundillo literario en Lo peor no son los autores y Banco de pruebas, dos volúmenes de memorias. Ofició como pregonero de la Feria del Libro de Cádiz.

Pregunta. ¿El libro va a acabar siendo confinado a parqu...

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Al igual que su compatriota Ernesto Sábato, el argentino Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931) abandonó la física por amor a la literatura. Fotógrafo aficionado, infatigable editor, plataforma de lanzamiento de autores como Elias Canetti, Primo Levi o Susan Sontang, rival de tenis de mesa de Henry Miller y estimable escritor, Muchnik ha aireado los trapos sucios del mundillo literario en Lo peor no son los autores y Banco de pruebas, dos volúmenes de memorias. Ofició como pregonero de la Feria del Libro de Cádiz.

Pregunta. ¿El libro va a acabar siendo confinado a parques y reservas, como las ballenas o las rapaces?

Respuesta. Desde que nació, el libro está en serio peligro de extinción. Es un objeto frágil, y el interés de la gente por el libro es un gesto de voluntad también frágil. Por otra parte, estamos mal habituados a considerar que un éxito de librerías es vender 15.000 ejemplares. Hay libros que venden 1.500 y ya son éxitos. Beckett fue un acontecimiento cultural con tiradas de 800 ejemplares, y después del Nobel no pasaba de 3.000. Lo que está en peligro son las grandes ediciones de 100.000 ejemplares, pero yo no derramo una lágrima por ellas. La frugalidad es una característica de la cultura y la modestia comercial suele acompañar a la grandeza cultural. Rompo una lanza por el pequeño editor, por el pequeño librero y por el pequeño lector. Esto es un negocio, y una industria, pero también un arte.

P. Si lo peor no son los autores, ¿qué es lo peor?

R. Lo peor son todos, pero unos más que otros. Los editores somos muy malos; los libreros y los distribuidores, malísimos, y los críticos, no digamos. El editor permite cosas que podría conjurar: mala literatura, plagios, erratas... y a partir de ahí, todos los desmanes se permiten.

P. ¿Sólo el lector es inocente, entonces?

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R. Tampoco, porque a veces pasa delante de un buen libro sin reconocerlo y con frecuencia compra un buen libro y no lo lee.

P. Cuando dice que si volviera a nacer se haría fontanero, evidentemente está pensando en el lucro...

R. En todo caso, en un oficio menos peligroso. Te puedes dar con un tubo en la cabeza, a lo sumo (ríe). Si tuviera que empezar, creo seriamente que no escogería la edición, sobre todo porque las circunstancias no son las mismas. Antes, todo era más fácil, había posibilidades de empezar sin un gran capital. Hoy es impensable un nuevo Anagrama, por ejemplo. Además, nadie va a tener las deferencias que cierta gente tuvo conmigo.

P. ¿De qué modo alentaría a los pequeños editores ?

R. Perseverancia, fidelidad a sí mismo, ser fiel, no intentar imitar a nadie. Esto es muy importante.

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