VISTO / OÍDO

Entierro de la verdad

'Fuese, y no hubo nada', como decía el poeta del espadachín de taberna, del guapo de chambergo y bigote agudo y largo: del matón. El Tireless ha demostrado su nombre, Incansable: maldito, manifestado, indeseable, no se ha movido de su sitio hasta que ha pasado el tiempo necesario. Si aún la gente creyera en los caracteres nacionales, lo atribuiría al estilo británico: persistente, tozudo. Estilo Churchill: estilo bulldog (cuando se empeña en algo, no hay quien le disuada). Y una vez emitidos estos tópicos, una vez señalada la fuerza del Reino Unido y la impotencia de España, se ...

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'Fuese, y no hubo nada', como decía el poeta del espadachín de taberna, del guapo de chambergo y bigote agudo y largo: del matón. El Tireless ha demostrado su nombre, Incansable: maldito, manifestado, indeseable, no se ha movido de su sitio hasta que ha pasado el tiempo necesario. Si aún la gente creyera en los caracteres nacionales, lo atribuiría al estilo británico: persistente, tozudo. Estilo Churchill: estilo bulldog (cuando se empeña en algo, no hay quien le disuada). Y una vez emitidos estos tópicos, una vez señalada la fuerza del Reino Unido y la impotencia de España, se puede pasar a algo más serio.

El Gobierno español sabía desde el primer momento que no podía hacer nada: que Gibraltar tiene una base naval legal, que pertenece a la OTAN como nosotros, que sus submarinos nucleares deben defendernos del enemigo -¿quién decidirán que sea?-, pero que no pueden decirlo: suelen mentir cuando hablan de todos los temas, y especialmente de aquellos en que no pueden amenazar. Y a eso se le llama política y diplomacia. No salgo de los tópicos y es que esto es así, como decían los antiguos marxistas: 'Personajes típicos en situaciones típicas'. Cuando Piqué, uno de los extraños ministros de Exteriores de Aznar (no es que los otros sean normales), explicaba que le han dicho que nunca más irá un submarino a repararse a Gibraltar, el embajador de Inglaterra explicaba que así será, salvo que sea necesario, decía ayer Iñaki Gabilondo. Mientras, en las televisiones aparecía un cortejo de trágico humor en el Campo de Gibraltar, donde señoritas y caballeros enlutados velaban un ataúd con una pancarta que decía 'Ha muerto la verdad'. La verdad murió ya en el Paraíso y lo que muere no renace.

(Ya se sabe que no creo en el Paraíso, claro. Es una metáfora útil. La mujer se va salvando, miles de años después, de la maldición que cayó sobre ella; y de la estupidez de que nació de la costilla del hombre: qué mentira más gorda. La serpiente sigue siendo maltratada: qué belleza. No se ha salvado, es el dios del relato: nadie puede ser tan tonto como para prohibir comer manzanas, ni tan insensato como para maldecir a quienes la comieron y a sus descendientes hasta el fin de la eternidad, que, al mismo tiempo, no tiene fin).

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