Tribuna

La valentía de dar un paso adelante

ETA ha asesinado a un representante democrático, a un servidor público, a una persona muy comprometida con la sociedad y, sobre todo, ha matado como sólo ellos saben hacerlo a un hombre bueno. No ceso de repetirme estas palabras. Manolo, por encima de su preparación, por encima de su enorme categoría profesional, por encima de su buen quehacer político, era una gran persona.

En julio de 1995, tras las elecciones autonómicas, cuando tenía ante mí la responsabilidad de formar un Gobierno de coalición, le llamé y le pedí que se incorporara a mi equipo como consejero de la Presidencia. En a...

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ETA ha asesinado a un representante democrático, a un servidor público, a una persona muy comprometida con la sociedad y, sobre todo, ha matado como sólo ellos saben hacerlo a un hombre bueno. No ceso de repetirme estas palabras. Manolo, por encima de su preparación, por encima de su enorme categoría profesional, por encima de su buen quehacer político, era una gran persona.

En julio de 1995, tras las elecciones autonómicas, cuando tenía ante mí la responsabilidad de formar un Gobierno de coalición, le llamé y le pedí que se incorporara a mi equipo como consejero de la Presidencia. En aquel momento era letrado mayor de las Cortes de Aragón, un puesto de un enorme prestigio y reconocimiento. El paso que iba a dar era arriesgado, era iniciar una aventura que él sabía que le supondría quebrantos y sinsabores pero no lo dudó, tenía esa vocación de servicio que por encima de ideales políticos siempre había hecho de él un hombre comprometido.

Quien lea estas líneas y haya conocido a Manuel Giménez Abad sabe que mis palabras no son sólo las de alguien que ha perdido a un amigo muy querido. Son también el reconocimiento sincero a la labor de una persona inteligente, generosa con su vida y la de su familia, tolerante, conciliador, leal...

En los momentos buenos y en los amargos, cuando tuvo responsabilidades de gobierno y en la oposición, siempre tuvo la valentía, sobre todo cuando era más difícil, de dar un paso adelante.

Me gustaría hablar de su trayectoria profesional y política, de su honestidad y honradez hasta el límite, pero los recuerdos que me vienen a la memoria, que se agolpan a borbotones, son los de su figura cálida y acogedora, su sentido del humor, su enorme amor a su Pirineo natal, su preocupación por su familia, por sus hijos, por sus amigos, el total apoyo y amistad que siempre tuve de él.

Santiago Lanzuela es diputado y ex presidente del PP de Aragón

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