'¡Qué 10 meses terribles!'

Inmigrantes del CETI han hecho llegar a EL PAÍS varias cartas en las que se quejan de su situación. Aunque no aportan pruebas que respalden la mayoría de sus acusaciones contra el centro, recogen tres aspectos contrastados: su impotencia tras diez meses de espera, su decisión de abandonar la institución para intentar pasar ilegalmente a España y su disposición a formar parte de las crecientes bolsas de delincuencia en que se desenvuelven muchos subsaharianos.

'Los últimos 10 meses han sido terribles. Los inmigrantes hemos sufrido todo tipo de humillaciones y maltratos, pero la esperanza...

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Inmigrantes del CETI han hecho llegar a EL PAÍS varias cartas en las que se quejan de su situación. Aunque no aportan pruebas que respalden la mayoría de sus acusaciones contra el centro, recogen tres aspectos contrastados: su impotencia tras diez meses de espera, su decisión de abandonar la institución para intentar pasar ilegalmente a España y su disposición a formar parte de las crecientes bolsas de delincuencia en que se desenvuelven muchos subsaharianos.

'Los últimos 10 meses han sido terribles. Los inmigrantes hemos sufrido todo tipo de humillaciones y maltratos, pero la esperanza de obtener permisos de residencia y de trabajo nos ha impulsado a continuar. Uno debe estar vivo para trabajar y residir en España, ¿no es cierto? Cada sección del campo parece destinada a cazarnos, hacernos sufrir y frustrarnos. Hace algún tiempo, una chica fue golpeada por los vigilantes, por lo que tuvo que ser enviada al hospital, pero nunca se tomaron medidas. Durante un partido de fútbol entre internos y guardas de seguridad, un inmigrante que se había hecho con el balón fue abofeteado. El año pasado nos dieron camisetas y pantalones blancos porque iba a visitarnos el delegado del Gobierno. Nos dijeron que cantáramos y bailáramos ante los periodistas que le acompañaban. Luego vimos las imágenes por televisión y la locutora decía que estábamos celebrando la Navidad'.

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'Cuando llegamos al CETI nos dijeron que íbamos a permanecer tres meses en el campo, y así lo firmamos en un documento del Ministerio de Asuntos Sociales. Pero llevamos aquí diez meses y al final nos han dicho que debemos abandonar el centro porque no hay papeles. Esto significa que nos enfrentamos a tiempos muy duros que al final significarán nuestra entrada en negocios turbios para sobrevivir. Todos los planes de integración del Gobierno (clases de español, sanitarias y hasta de ordenadores) no han servido para nada. Muchos han comenzado a abandonar el centro y se dirigen a la Península'.

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