Cartas al director

Rouco

Es penoso que el cardenal Rouco tenga que sufrir el rosario de dolores del que acaba de hablar ante la Conferencia Episcopal. Algunas de las cuentas de ese rosario -la pobreza en el mundo, las injusticias, la explotación de los emigrantes, el terrorismo...- también las pasamos apenados no pocos convencidos laicistas, aunque también es cierto que muchos de nosotros no compartimos el dolor del cardenal por el hecho de que ahora haya nuevos planteamientos de cuestiones como el aborto, los métodos anticonceptivos, la homosexualidad, la eutanasia y otras sobre las que se ha logrado o se pretende lo...

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Es penoso que el cardenal Rouco tenga que sufrir el rosario de dolores del que acaba de hablar ante la Conferencia Episcopal. Algunas de las cuentas de ese rosario -la pobreza en el mundo, las injusticias, la explotación de los emigrantes, el terrorismo...- también las pasamos apenados no pocos convencidos laicistas, aunque también es cierto que muchos de nosotros no compartimos el dolor del cardenal por el hecho de que ahora haya nuevos planteamientos de cuestiones como el aborto, los métodos anticonceptivos, la homosexualidad, la eutanasia y otras sobre las que se ha logrado o se pretende lograr legislaciones que hagan el mundo tal vez menos divino pero indudablemente más humano. Y que, desde luego, nos duele que el cardenal Rouco hable de 'formas laicistas de intolerancia religiosa', porque no es la intolerancia, sino la lucha contra ésta lo que nos caracteriza.

Permítame el señor cardenal que le recuerde que, aunque el afán de liberar al poder civil de la tutela del eclesiástico viene de más lejos, el término laicismo se empezó a emplear a mediados del siglo XIX y lo que significa fue reacción contra el famoso Silabus, en el que el recientemente beatificado Pío IX, como con el tiempo iba a decir Fernando Savater, condenaba 'todo lo que se movía'. No siga pareciendo que la Iglesia dice que la persiguen cuando no la permiten perseguir y, desde luego, no nos acuse de intolerantes perseguidores a nosotros los laicistas porque estamos en contra de que en la escuela pública de un país, en principio, no confesional, adoctrine confesión alguna.

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