Un brujo con malas pulgas

Harto de dar explicaciones tras cada partido, Phillipe Troussier (París, 1955), en los banquillos desde los 28 años, cogió la mochila a los 33 y emigró a Costa de Marfil, al Asec Abidjan, con el que no perdió en la Liga en tres años. Se corrió la voz y fue reclamado por Burkina Faso; luego, por un equipo marroquí, el FUS Rabat, y más tarde, por Nigeria y Suráfrica. La excursión le enganchó: 'En África, cuando se pierde, no hay por qué dar explicaciones'. De hecho, en Burkina Faso, sólo departía con el presidente del Gobierno. Pero en Suráfrica tuvo problemas por lo que calificaba de camp...

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Harto de dar explicaciones tras cada partido, Phillipe Troussier (París, 1955), en los banquillos desde los 28 años, cogió la mochila a los 33 y emigró a Costa de Marfil, al Asec Abidjan, con el que no perdió en la Liga en tres años. Se corrió la voz y fue reclamado por Burkina Faso; luego, por un equipo marroquí, el FUS Rabat, y más tarde, por Nigeria y Suráfrica. La excursión le enganchó: 'En África, cuando se pierde, no hay por qué dar explicaciones'. De hecho, en Burkina Faso, sólo departía con el presidente del Gobierno. Pero en Suráfrica tuvo problemas por lo que calificaba de campaña xenófoba en su contra y decidió dar el salto a Japón.

Troussier, bautizado por los africanos como El Brujo Blanco, no sólo doctoró a un racimo de animosos jugadores, sino que él mismo amplió sus conocimientos 'tácticos'. En Burkina Faso los llevaba a sesiones de espiritismo y les obligaba a tomar comida cruda; otras veces les ordenaba ejercicios de supervivencia y los dejaba en una ciudad desconocida sin dinero ni documentos y les citaba a una hora de la noche en el hotel.

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En Japón tampoco ha pasado inadvertido. Los periodistas le temen y los jugadores no digamos. Baste comprobar el caso de Ryuza Morioka, uno de los capitanes de la selección. Caliente por la goleada sufrida ante Francia (5-0) y convencido de que sus jugadores son demasiado blandos, planteó colocar el balón entre dos defensas y que un compañero utilizara toda su fuerza física para pasar entre ambos. Morioka lo intentó y se hizo polvo una rodilla. Troussier se incendió: 'Fuera de aquí, no te necesitamos. Ya no estamos jugando contra Tailandia o Vietnam. Tenemos que ser capaces de jugar contra los mejores y sus chicos no son chicas'.

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