Reportaje:

Los doctores de la risa

Payasos de una fundación internacional alegrarán la estancia de niños hospitalizados en Málaga

La doctora Zepi saca una jeringuilla, pero Noelia no se asusta. Al contrario, deja escapar una carcajada al ver que aquel artilugio -pavor de grandes y chicos- no sirve para poner inyecciones sino para inflar globos. En un santiamén, la payasa convierte un trozo de goma amarilla en una tentadora manzana y se la regala a la niña. Cuando Noelia ingresó en el hospital Materno Infantil de Málaga no sospechaba que recibiría la visita de un médico tan singular. Pero las revisiones a las que la doctora Zepi (Carmen Olivera) somete a los pequeños no son improvisadas. Forman parte de la estrategia de l...

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La doctora Zepi saca una jeringuilla, pero Noelia no se asusta. Al contrario, deja escapar una carcajada al ver que aquel artilugio -pavor de grandes y chicos- no sirve para poner inyecciones sino para inflar globos. En un santiamén, la payasa convierte un trozo de goma amarilla en una tentadora manzana y se la regala a la niña. Cuando Noelia ingresó en el hospital Materno Infantil de Málaga no sospechaba que recibiría la visita de un médico tan singular. Pero las revisiones a las que la doctora Zepi (Carmen Olivera) somete a los pequeños no son improvisadas. Forman parte de la estrategia de los payasos de la Fundación Theodora para acercar alegría a los niños hospitalizados y hacer más llevadera su estancia.

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La bata de la falsa médico es una caja de sorpresas. De otro bolsillo, saca una lupa e inspecciona la garganta de Cristina, la compañera de habitación de Noelia. 'Tienes dientes de leona', observa la doctora. Cristina entra al trapo y le lanza unos cuantos rugidos, ante la atenta mirada de su madre y de su abuela, que no se despegan de su cama. Ambas están pendientes de cada gesto de la pequeña ante las ocurrencias de la payasa y son felices al ver su felicidad.

Las visitas de los doctores sonrisa no le costarán nada al hospital, ya que la organización se sostiene con mecenas, patrocinadores y donaciones. La Fundación Theodora fue fundada en 1993 en Suiza por los hermanos Jan y Andre Poulie. La idea fue de Andre, quien pasó dos años de su infancia hospitalizado debido a un accidente. Allí padeció los miedos y el tedio que todo niño siente al verse privado de sus juegos, sus amigos y su entorno. Por eso, cuando se hizo mayor, Andre tenía una deuda consigo mismo: crear una organización para aliviar esos temores y el aburrimiento de los niños hospitalizados. La Fundación Theodora trabaja en la actualidad en medio centenar de hospitales de nueve países del mundo. El primer proyecto fuera de Suiza fue para atender a los niños que fueron víctimas de la catástrofe de Chernobyl.

Rodrigo Morgantti (el doctor Estetoscopio) reconoce que cuando las patologías son graves, la tarea es ardua. Pero aclara: 'De todos modos, para mí, sería más difícil pasarme todo un día trabajando en un banco'. Los payasos de la fundación no son aficionados, sino magos, clowns, músicos, actores o acróbatas elegidos tras una rigurosa selección y que luego pasan un intenso período de formación.

La organización cuenta con el apoyo de la Unión de Bancos Suizos, que cubre los gastos administrativos. Esa contribución permite que los donativos se destinen íntegramente al pago de los payasos. Tamara Kreisler, directora de la fundación en España, aprovechó la presentación para comentar lo bien que le vendría a la organización un mecenas local. Por si tarda en aparecer, Theodora ha organizado un concierto benéfico para mañana a las 20.30 en la Sala María Cristina.

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El Materno en el tercer hospital de España y el primero de Andalucía que abre sus puertas a los doctores sonrisa. Emilio Montenegro, subdirector médico, admitió que aunque durante las fiestas navideñas siempre algún grupo se ofrecía para alegrar la estancia de los pequeños, el problema era llevar entretenimiento a los 3.000 niños que pasan por el hospital el resto del año. Ahora se llenará ese vacío. Verdaderos 'artesanos de la sonrisa', los payasos se empapan cada caso de antemano. Pero por más preparados que vayan, a veces resultan sorprendidos por los niños. Como Johnattan, de 9 años, que lucha contra la leucemia y que ayer dejó pequeños los trucos de la doctora Clown, con una sesión de magia que fue toda una lección de coraje.

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