CARTAS AL DIRECTOR

<l>Sobre la mujer</l>

Centro de Adultos San Diego-Los Carteros. Sevilla. -

Una vez más he sentido la necesidad de ponerme a escribir, hoy lo haré pensando en el Día de la Mujer Trabajadora.

Esa mujer es una que, como tantas otras, tuvo la 'suerte' de nacer en una época donde la buena parte de la sociedad no tenía por costumbre preguntar a las niñas qué querían hacer con su vida. En aquel tiempo ya existían las becas y los colegios públicos, con lo cual no valía la excusa de: si no basta para el pan, ¿cómo va haber para libretas?

Andaba por los doce años y medio cuando esta mujer se lleva la sorpresa de que tiene que colgar su babi y soltar su maleta, y ...

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Una vez más he sentido la necesidad de ponerme a escribir, hoy lo haré pensando en el Día de la Mujer Trabajadora.

Esa mujer es una que, como tantas otras, tuvo la 'suerte' de nacer en una época donde la buena parte de la sociedad no tenía por costumbre preguntar a las niñas qué querían hacer con su vida. En aquel tiempo ya existían las becas y los colegios públicos, con lo cual no valía la excusa de: si no basta para el pan, ¿cómo va haber para libretas?

Andaba por los doce años y medio cuando esta mujer se lleva la sorpresa de que tiene que colgar su babi y soltar su maleta, y en su lugar le dan una aguja y un dedal y la mandan a un taller para que aprenda el oficio que estaba de moda en aquel tiempo.

Y esa niña, sin comprender esa 'moda' ni entender de derechos, empieza a empujar su aguja como si se tratase de un carro cargado de piedras, porque a ella lo que le gustaba era estudiar y en el fondo de su alma ella seguía con su babi puesto y su maleta en la mano.

Ha pasado el tiempo y entre esa mujer y esa aguja se ha establecido una relación de amor y odio. De amor porque reconoce que su profesión la ha sacado de muchos apuros, y de odio porque jamás se ha sentido identificada con ella.

Hace unos meses, esta mujer decidió hacerse un babi nuevo y, con los bolsillos llenos de ilusión, ha vuelto al colegio, aunque esta vez sólo sea para conseguir un título que enmarcará con orgullo y colgará en una pared, donde lo pueda ver bien desde esa silla donde ella seguirá sentada empujando su aguja.-

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