El Pamesa olvida sus traumas

El Pamesa echó de la Copa al campeón y se quitó de encima el lastre que amenazaba con dejarle traumatizado para los restos. Las estadísticas son relativas y cada partido es diferente, dicen mirando de soslayo los entrenadores. Pero cuando un equipo le gana a otro nueve veces consecutivas, como era el caso de Estudiantes ante Pamesa, el décimo partido es algo más que un partido para el equipo que sobrelleva tan pesada carga. Y desde este punto de vista el Pamesa y su entrenador Luis Casimiro estuvieron impecables. Atacaron el compromiso desde una tranquilidad de ánimo y con una claridad de idea...

El Pamesa echó de la Copa al campeón y se quitó de encima el lastre que amenazaba con dejarle traumatizado para los restos. Las estadísticas son relativas y cada partido es diferente, dicen mirando de soslayo los entrenadores. Pero cuando un equipo le gana a otro nueve veces consecutivas, como era el caso de Estudiantes ante Pamesa, el décimo partido es algo más que un partido para el equipo que sobrelleva tan pesada carga. Y desde este punto de vista el Pamesa y su entrenador Luis Casimiro estuvieron impecables. Atacaron el compromiso desde una tranquilidad de ánimo y con una claridad de ideas tan sólidas como una roca. Nada ni nadie les perturbó.

Estudiantes, que ayer desde luego no tuvo su día, que volvió a ser el mismo equipo al que apalizó el Kinder Bolonia en la Euroliga, tampoco opuso mayor resistencia. Porque no pudo, probablemente, pero también, porque a diferencia de otras ocasiones, el Pamesa no le permitió ver ni un resquicio por donde darle la vuelta a un partido que se decantó nada más empezar.

El Pamesa sincronizó sus jugadas con una constancia demoledora para Estudiantes. Hizo valer la maniobrabilidad y la mano de sus pívots, Hopkins y Alston, sin perder, como otras veces, la batalla del rebote. Rodilla llevó a su equipo con ese ritmo cansino y desde luego nada vistoso que cuando encuentra la resolución adecuada, ese tiro certero sobre el final de la posesión, acaba desesperando a la defensa rival. Estudiantes no pudo valerse del rebote ofensivo que tan bien le suele funcionar y encima se mostró de lo más desacertado en el lanzamiento. No anotó su primer triple hasta su décimo intento. Y su nuevo americano, Marlon Garnett, no aportó gran cosa.

El partido fue más lineal de lo esperado. El Pamesa alcanzó una rápida ventaja que acabó siendo de ocho puntos gracias a un lanzamiento de Alston desde la divisoria de la cancha sobre el bocinazo del final del primer cuarto. Esa pizca de suerte fue otro factor que contribuyó a la jornada redonda que vivió ayer por el Pamesa que de un plumazo acabó con una pesadilla que amenazaba con perturbarle para los restos y que coincide con esa irregular y extraña que está llevando a cabo Estudiantes, tan capaz de ganar por paliza en Barcelona como de caer sin rechistar ante Pamesa.