Taller de Encuadernación Fernando Mateo | EMPRESAS

Culto al libro

Fernando Mateo es capaz de convertir casi todo en la tapa de un libro. Desde las hojas y las flores recogidas en un paseo por el campo hasta la piel de una serpiente, si osa cruzarse en su camino.

Su pasión por la encuadernación le llevó a abandonar una carrera medianamente rentable como agente comercial -'un trabajo para vivir'- por una aventura por la que pocos apostaban -'un trabajo por vocación'-. Después de tres años con su taller de encuadernación, sabe que con la empresa nunca se hará rico pero tiene la satisfacción de ganarse la vida haciendo lo que le gusta.

Sus clientes...

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Fernando Mateo es capaz de convertir casi todo en la tapa de un libro. Desde las hojas y las flores recogidas en un paseo por el campo hasta la piel de una serpiente, si osa cruzarse en su camino.

Su pasión por la encuadernación le llevó a abandonar una carrera medianamente rentable como agente comercial -'un trabajo para vivir'- por una aventura por la que pocos apostaban -'un trabajo por vocación'-. Después de tres años con su taller de encuadernación, sabe que con la empresa nunca se hará rico pero tiene la satisfacción de ganarse la vida haciendo lo que le gusta.

Sus clientes son muy dispares. El vecino del pueblo que quiere encuadernar fascículos, turistas que buscan un souvenir original, la Iglesia que necesita libros religiosos cargados de dorado e imprentas y papelerías varias. Pero frente a una demanda diversa, el taller responde siempre con el mismo mimo que requiere toda encuadernación artesanal.

Y no sólo con mimo, sino también con originalidad. Papeles de arroz o de seda traídos de Japón; de pan de oro procedentes de Tailandia; aromáticos, de la India; y otros no menos exóticos como de barba de palmera, de madera y de pluma de los más remotos rincones del planeta. Sin faltar los ecológicos, que tanto llegan de Escocia como son fabricados en el propio taller, a base de hojas y pequeñas ramas del entorno.

Lo importante es que cada ejemplar es único. 'A la persona que compra un libro le interesa el contenido y a veces adquiere un best seller al que se le sueltan las páginas a los pocos días porque no está hecho con el cariño. Aquí rendimos culto al libro como objeto, sin despreciar por supuesto lo de dentro', explica Fernando.

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Aunque hace unos años casi nadie daba un duro por su idea de montar un taller de encuadernación artesanal, hoy empieza a reconocerse su labor. No sólo porque el negocio marche medianamente bien, sino porque con su iniciativa ha logrado recuperar un oficio casi en extinción.

De joven estudió artes gráficas, aunque después tuvo que meterse a agente comercial para subsistir. Cuando el Ayuntamiento de Benalmádena tomó la iniciativa de recuperar un edificio abandonado para convertirlo en una casa de artesanos, Fernando no tardó en ver la oportunidad para hacer lo que siempre había querido. Se puso al día en técnicas, hizo una inversión en maquinaria de unos dos millones de pesetas y dio el salto. Confiesa que sintió vértigo. 'Entonces mi entorno no me apoyó, pero eché para adelante porque estaba convencido de que funcionaría', confiesa.

El taller no lo ha convertido en millonario, pero al menos da empleo a él, a su mujer y a otra trabajadora y factura en torno a cinco millones anuales. En sus modestas instalaciones se hacen encuadernaciones, restauraciones de libros antiguos, álbumes de fotos y otras 'fantasías de diseño'. La empresa también incluye una editorial de libros hechos a mano denominada Ediciones de Aquí.

Para poder ofrecer una amplia variedad de papeles, el taller echa mano de amigos y de los propios clientes que residen en el extranjero que envían pequeñas remesas desde los sitios más insospechados. Pero aparte del exotismo de la materia prima utilizada, Fernando destaca el valor de la encuadernación: 'La sociedad moderna no sabe bien qué es ni lo que ha significado a través de la Historia. Todo lo que sabemos se ha transmitido por los libros'. Por eso, con lo que más ha disfrutado ha sido con la restauración de un ejemplar religioso italiano de 1570 y de un libro de la historia de los reyes ingleses de 1660.

Dice que lo más difícil del negocio ha sido hacer una clientela, enseñar a las personas que pueden arreglar los libros y educar en la importancia de la encuadernación. 'Normalmente los extranjeros valoran más este trabajo, no es por despreciar a nadie, pero en los países centroeuropeos hay un mayor culto del libro', comenta.

Los precios son algo más elevados que en la encuadernación en serie. Un fascículo cuesta en torno a mil pesetas, un diario de unas 200 hojas alrededor de 2.000 y si se trata de un pedido más exquisito, como tomos en piel, ya sube a 10.000. No mucho si se tiene en cuenta que el encuadernado a mano demanda 40 veces más tiempo que si la tarea se realiza de manera industrial.

Datos de interés

Dirección Casa del artesano Plaza de España, 9. Benalmádena (Málaga) 95-2448420 Empleos Tres Facturación Cinco millones Producción Encuadernación artesanal

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