Columna

Periodistas

Un ramillete de burgueses valencianos, supuestamente ilustrados, nos dijo a un grupo de periodistas en 1982 que nuestra incompetencia había provocado el cierre del primer periódico surgido en Valencia desde el final de la guerra civil. Pero el Diario de Valencia de aquella época -nada que ver con el conservadurismo rancio que cobija en la actualidad la misma cabecera- fue, sobre todo, la demostración palpable de la incapacidad de las clases acomodadas valencianas para mantener un periódico liberal, progresista, digno y rentable. Fruto del esfuerzo colectivo de muchos accionistas y del e...

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Un ramillete de burgueses valencianos, supuestamente ilustrados, nos dijo a un grupo de periodistas en 1982 que nuestra incompetencia había provocado el cierre del primer periódico surgido en Valencia desde el final de la guerra civil. Pero el Diario de Valencia de aquella época -nada que ver con el conservadurismo rancio que cobija en la actualidad la misma cabecera- fue, sobre todo, la demostración palpable de la incapacidad de las clases acomodadas valencianas para mantener un periódico liberal, progresista, digno y rentable. Fruto del esfuerzo colectivo de muchos accionistas y del empeño de unos cuantos periodistas, Diario de Valencia fue concebido por sus principales impulsores -hace ahora exactamente 20 años- más como un medio de presión política que como un periódico que debía cubrir un amplio espacio de lectores, las necesidades informativas de buena parte de la sociedad valenciana.

Han transcurrido dos décadas y, mientras la cultura de la burguesía valenciana sigue dejando bastante que desear, de aquel grupo de periodistas tachados de torpes y bisoños han surgido directores de periódicos, corresponsales en el extranjero, portavoces de grandes compañías públicas y privadas, fotógrafos afamados, diseñadores cotizados, profesores universitarios de prestigio, escritores de renombre y, en suma, la mejor generación de periodistas desde la época de Vicente Blasco Ibañez o de Félix Azzati. No consta, sin embargo, que los currículos de aquellos empresarios o políticos que fueron incapaces de mantener en los quioscos un periódico valenciano de calidad hayan ido mucho más allá de las quiebras económicas o de los fracasos electorales.

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