Crítica:CRÍTICA - FLAMENCO

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Manolo Sanlúcar y Carmen Linares.Palau de la Música. Valencia, 17 de noviembre.

La introducción de Sanlúcar en la clausura del Festival Flamenco del Palau fue de las que crean expectativas. "No busco el aplauso del público ni su complacencia", dijo, "sino el meollo de ese arte, la angustia de esa búsqueda que me obliga a seguir". Una proclamación de principios que se tradujo en un concierto técnicamente sólido, sobresaliente, pero carente de ese pellizco que transmite al espectador la sorpresa del descubrimiento que debe corresponder a esa "angustia de la búsqueda artística". Ju...

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Manolo Sanlúcar y Carmen Linares.Palau de la Música. Valencia, 17 de noviembre.

La introducción de Sanlúcar en la clausura del Festival Flamenco del Palau fue de las que crean expectativas. "No busco el aplauso del público ni su complacencia", dijo, "sino el meollo de ese arte, la angustia de esa búsqueda que me obliga a seguir". Una proclamación de principios que se tradujo en un concierto técnicamente sólido, sobresaliente, pero carente de ese pellizco que transmite al espectador la sorpresa del descubrimiento que debe corresponder a esa "angustia de la búsqueda artística". Junto a los hermanos Sanlúcar y Carmen Linares, García Lorca fue protagonista de la velada, con sus poemas e inspiración. Manolo Sanlúcar mostró incluso una frase de guitarra dictada por el poeta granadino, de la que nació una colorista Carta a Doña Rosita. A Carmen Linares, Lorca parece sugerirle, sobre todo, dramatismo, a tenor de su manera de interpretar a lo largo de todo el recital, pero dramatismo sin duende. Y lo que ha hecho el guitarrista gaditano a partir de Lorca en su nuevo álbum Locura de Brisa y Trino, en el que se basó el recital, es pura virguería que no se desentiende de la esencia flamenca pero que transciende los palos tradicionales. Belleza en estado puro ejecutada con manos maestras, a la que faltó, sin embargo, ese impulso indefinible que la hace saltar del escenario al patio de butacas.

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