Picapedreros del barroco

Los picapedreros que aparecen inmortalizados en algunos de los capiteles del claustro románico de la catedral de Girona tienen una versión contemporánea en los canteranos del equipo de restauración que estos días ha llegado al ecuador de la reforma de la fachada barroca de la seo gerundense. Una vez eliminada la pátina oscura que han dejado sobre el monumento la contaminación y la humedad, llega el turno de los cirujanos de la piedra. De sus manos salen los recosidos y los reimplantes capaces de devolver a la catedral su antiguo esplendor. La enorme degradación de algunas zonas, ...

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Los picapedreros que aparecen inmortalizados en algunos de los capiteles del claustro románico de la catedral de Girona tienen una versión contemporánea en los canteranos del equipo de restauración que estos días ha llegado al ecuador de la reforma de la fachada barroca de la seo gerundense. Una vez eliminada la pátina oscura que han dejado sobre el monumento la contaminación y la humedad, llega el turno de los cirujanos de la piedra. De sus manos salen los recosidos y los reimplantes capaces de devolver a la catedral su antiguo esplendor. La enorme degradación de algunas zonas, principalmente las cornisas, ha obligado a tallar de nuevo grandes bloques de piedra, algunos de los cuales tienen complejos labrados y pueden pesar hasta 800 kilos.El talón de Aquiles de la imponente estructura de la catedral de Girona está en un pequeño bichito fosilizado del tamaño de una aspirina: el numulites. Lucrecia Ruiz-Villar, jefa de restauración, asegura que la caliza numulítica extraída de las canteras de Girona es un tipo de piedra sin parangón en el resto de las catedrales. "Recién extraída, su dureza es parecida a la del mármol, pero después de ser labrada y expuesta a la lluvia, se degrada muy rápidamente", advierte. En los puntos con mayor erosión, se han hallado acumulaciones de numulites desprendidos de la piedra, convertida por la acción de este fenómeno en un terrón de azúcar que se desmenuza con la yema de los dedos. Algunas de estas zonas necesitan recosido: varillas de fibra de vidrio para las pequeñas grietas y de acero inoxidable para las grandes brechas. En las que presentan daños irreparables urge una sustitución de la piedra, que será la misma de antaño y se adquiere, a 250.000 pesetas el metro cúbico, en una cantera del monte de Les Pedreres. Trasladar estos grandes bloques en un andamio de 21 pisos no es tarea fácil. El montacargas se complementa con rodillos para el desplazamiento horizontal y tirantes y poleas para el vertical. Rodrigo de la Torre, jefe de canteros, cifra en unas 100 horas el tiempo necesario para labrar cada nueva pieza de cornisa. El cincel se ha abandonado, pero la tarea exige destreza.

Una capa de producto hidrófugo de duración limitada constituirá el retoque final de la fachada. Repelerá la lluvia pero dejará escapar el vapor de agua que contiene la piedra. La escasa porosidad de la caliza de Girona hace inviable el uso de consolidantes.

El equipo de restauración, formado por 17 personas, prevé acabar la cirugía estética de la fachada en marzo o abril. El coste de estos trabajos es de 87 millones de pesetas, una cifra irrisoria si se compara con el presupuesto global de la reforma, cifrado en 2.000 millones. Los canónigos de la seo recibirán de las instituciones 400 millones en los próximos cuatro años, aunque ya han emplazado a los fieles a poner su granito de arena para lograr los 1.600 millones que faltan todavía para completar la ambiciosa reforma.

Pere Duran
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