Riesgo al otro lado de la ciudad

Jerusalén Oeste, donde vive la mayoría de población judía y donde se debía jugar el partido del Madrid, es una ciudad segura. Allí no se registran importantes incidentes, salvo los ocasionados en una zona periférica de la ciudad, el barrio de Gilo, que se encuentra situado frente a una población palestina, Beit Yala, desde la que prácticamente todas las noches israelíes y palestinos se intercambian disparos de todo tipo.La aparente calma y tranquilidad de Jerusalén Oeste contrasta con la situación de inseguridad de la otra parte de la ciudad, el Jerusalén Este, ocupada en su mayoría por la pob...

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Jerusalén Oeste, donde vive la mayoría de población judía y donde se debía jugar el partido del Madrid, es una ciudad segura. Allí no se registran importantes incidentes, salvo los ocasionados en una zona periférica de la ciudad, el barrio de Gilo, que se encuentra situado frente a una población palestina, Beit Yala, desde la que prácticamente todas las noches israelíes y palestinos se intercambian disparos de todo tipo.La aparente calma y tranquilidad de Jerusalén Oeste contrasta con la situación de inseguridad de la otra parte de la ciudad, el Jerusalén Este, ocupada en su mayoría por la población palestina, escenario de continuos enfrentamientos entre árabes y las fuerzas de seguridad israelí y terreno propicio para las incursiones de las milicias de colonos o de los grupos radicales judíos.

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La división de la ciudad entre el Jerusalén-tranquilo y el Jerusalén-conflictivo no parece confortar a las autoridades consulares de la Ciudad Santa, algunas de cuyas delegaciones han sacado a sus conciudadanos del país. El primero en hacerlo fue Estados Unidos y a continuación Naciones Unidas, que en un puente aéreo improvisado ha colocado a todos sus colaboradores en Viena, otorgándoles unas largas vacaciones a las que por ahora no se les ve fin.

Los consulados y embajadas europeas, que en principio toman acuerdos de manera coordinada, se muestran mucho más cautos y prudentes en el momento de pronunciarse oficialmente sobre la situación o de hacer recomendaciones. Las consignas las han dejado en manos de sus respectivos ministerios de Asuntos Exteriores, quienes desde las metrópolis recomiendan en principio no viajar a la zona. Sobre el terreno no se dan órdenes por razones de tácto diplomático y en el mejor de los casos hay simples consejos indirectos: no viajar a las zonas palestinas, trasladarse a vivir al Jerusalén Oeste o estar en contacto con las autoridades consulares.

En medio de este panorama, lleno de incertidumbres, se han venido suspendiendo en los últimos días algunos actos culturales en Israel: en San Juan de Acre, la celebración de una Semana Teatral; en los territorios de Gaza y Cisjordania, un espectáculo promovido por la cooperación española y en el que debía actuar un grupo de animación catalán. Son decisiones unilaterales adoptadas en muchos casos por los organizadores y que una vez acordadas se comunican a las autoridades y al público.

Ahora parece tocarle el turno a los acontecimientos deportivos. El Real Madrid-Hapoel es la primera suspensión deportiva que se produce en Israel desde que comenzó el conflicto.

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