Tribuna:

Comentario de textos

A veces, cuando leemos las páginas de información local de los periódicos españoles, es imposible resistir la tentación de pensar que, en realidad, nunca ocurre nada y que los redactores deben hacer verdaderos esfuerzos imaginativos para no aburrir a los lectores. Por ejemplo, los de la última semana nos informan de que en la Comunidad Valenciana ha ocurrido lo siguiente: el Tribunal Superior de Justicia permite la caza de tordos con parany; continúan las manifestaciones de vecinos del Grao de Valencia contra el tráfico de drogas y la prostitución, de momento sin que la administración t...

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A veces, cuando leemos las páginas de información local de los periódicos españoles, es imposible resistir la tentación de pensar que, en realidad, nunca ocurre nada y que los redactores deben hacer verdaderos esfuerzos imaginativos para no aburrir a los lectores. Por ejemplo, los de la última semana nos informan de que en la Comunidad Valenciana ha ocurrido lo siguiente: el Tribunal Superior de Justicia permite la caza de tordos con parany; continúan las manifestaciones de vecinos del Grao de Valencia contra el tráfico de drogas y la prostitución, de momento sin que la administración tome medidas (en favor de los vecinos y de las prostitutas, se entiende, no de sus explotadores, como suele ocurrir); la Consejería de Educación se reúne con las universidades para pactar el mapa de titulaciones; el Consell descarta pedir responsabilidades jurídicas por el Teatro Romano de Sagunto, aunque el juez le haya dado la razón; se celebran la Muestra de Teatro Español Contemporáneo en Alicante y la Mostra de Cinema en Valencia; Terra Mítica proyecta una alianza con la Paramounth; el regreso del puente del Pilar se salda con gigantescos atascos. Adivino el bostezo, apenas reprimido, de los lectores. En efecto, todo esto es bien poco apasionante. Felicitémonos por ello. La democracia es aburrida, el bienestar también. Nuestros ciudadanos seguirán cazando y haciendo turismo, mientras los políticos se dedican a su particular afición de lanzarse reproches mutuos que no suelen interesar a casi nadie, tal vez ni a ellos mismos. Fuera de la tragedia terrorista, la sociedad española, y con ella la valenciana, no tiene especiales problemas. Es una sociedad moderna -como la francesa, como la alemana, como la norteamericana- en la que las necesidades básicas de alimentación, vivienda, sanidad y educación están cubiertas y en la que el pleno empleo (es un decir), complementado con una oferta razonable de ocio, garantiza el desarrollo de la personalidad. Ya lo sabíamos. Nos lo repiten, unos y otros, a todas horas en sus discursos electorales y en sus soflamas mediáticas. El problema es si tales previsiones se cumplen.Había una prueba del examen de selectividad que está a punto de desaparecer, la cual traía de cabeza a los estudiantes: el comentario de textos. En los colegios les habían enseñado a despedazar el texto, más o menos como el despiece de las reses en las carnicerías: un nivel por aquí, otro por allá, una oración al principio, otra al final. Pero no se trataba de eso y los tribunales solían suspender a nuestros estudiantes. Lo que se pretendía con esta prueba era que le encontrasen sentido al texto, es decir, que mostrasen cómo las distintas partes se habían articulado de cara a una interpretación común. Pues bien, una de las características de la modernidad, tal y como podría expresarla un collage de Andy Warhol (ya saben: una foto de Marilyn Monroe junto a un bote de Coca-Cola y un calcetín), es que los fragmentos tienen sentido. Los fragmentos que ha reunido el artista, pero también los que la propia marcha de las cosas va depositando en el almacén de las páginas de los periódicos.

Para demostrarlo les invito a que hagamos el comentario de texto de las noticias de arriba, correspondientes a la última semana de la actualidad valenciana. Primera conclusión: el ocio está por encima de todo, somos una región turística, o sea una región-circo o una región-asadero de cuerpos en bañador, según. De ahí la alianza de Terra Mítica con la Paramounth y la comprensión de lo de Sagunto; al fin y al cabo, ¿qué otra cosa fueron las obras aquellas sino la conversión del teatro romano en un pastiche a lo Cecil B. de Mille, el cual habría quedado estupendo en la sección romana de Terra Mítica? Segunda conclusión: no molestan las drogas ni la prostitución, se trata de atractivos turísticos; además, el que se ceben con los poblados marítimos es bueno, así la degradación del Cabanyal justificará todo tipo de intervenciones urbanísticas. Tercera conclusión: el turista no repara en gastos, lo del atasco es un derroche de gasolina y lo de la caza con parany, otro, ahora de pájaros. Todo perfectamente plausible y coherente: ésta es una sociedad liberal en la que cuanto menos intervengan los poderes públicos mucho mejor. Dejemos a cada cual que se divierta como quiera, ora en un parque temático, ora con la caza salvaje, ora con pobres africanas esclavizadas.

¿Ven como la hermenéutica es una cosa muy seria? A lo tonto a lo tonto resulta que las cosas acaban teniendo sentido y que el mundo, nuestro pequeño mundo valenciano, está bien hecho. Sólo hay algo que falla en este planteamiento y es la hermenéutica misma. ¿De verdad conviene que haya personas que se pregunten por el porqué de las cosas? Evidentemente no y para prevenir dicha tentación ahí está el mapa de titulaciones. También es curioso que en este panorama ultraliberal, en el que cualquiera puede construir un rascacielos sobre las dunas de la playa o abrir una gran superficie comercial junto a los pequeños comercios de toda la vida, haya que pedir permiso a la administración para poner en marcha una titulación universitaria. Claro que, pensándolo bien, no es para menos: por citar sólo tres especialidades reiteradamente solicitadas por la Universidad de Valencia, resulta que Ciencias Políticas no interesa por motivos obvios, Geología es peligrosa no vaya a ser que se hagan estudios medioambientales, pero la peor de todas es Lingüística, la que enseña a hacer comentarios de texto. Así están las cosas. Menos mal que las bandadas de jóvenes que acuden en tropel a la Mostra y a la Muestra abren un portillo a la esperanza: he aquí un ocio atípico, un ocio que reflexiona sobre la marginalidad y la cultura de los otros y que viene a ser puro comentario de textos del mundo.

angel.lopez@uv.es

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