Mirar las estrellas en Madrid

Juan Antonio Bernedo, autor del Programa Eureka del Planetario de Madrid, es un ingeniero industrial que llegó a la astronomía por afición. Ahora recomienda a todo el mundo que se aproxime a la ciencia porque, sostiene, no se trata de algo tan lejano como pudiera parecer. "Creo que todo el mundo debería en alguna ocasión dedicar unas horas a mirar las estrellas, y para ello debe tener un planisferio. Si se encuentra una estrella, todo lo demás es más fácil", explica el experto. "En Madrid, como en todas las grandes ciudades, es difícil mirar al cielo. Calculo que en Madrid sólo se pueden ver u...

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Juan Antonio Bernedo, autor del Programa Eureka del Planetario de Madrid, es un ingeniero industrial que llegó a la astronomía por afición. Ahora recomienda a todo el mundo que se aproxime a la ciencia porque, sostiene, no se trata de algo tan lejano como pudiera parecer. "Creo que todo el mundo debería en alguna ocasión dedicar unas horas a mirar las estrellas, y para ello debe tener un planisferio. Si se encuentra una estrella, todo lo demás es más fácil", explica el experto. "En Madrid, como en todas las grandes ciudades, es difícil mirar al cielo. Calculo que en Madrid sólo se pueden ver unas 30, las que más brillan. A veces ni se encuentra la Estrella Polar, con lo que se pierden algunas referencias. Pero a sólo media hora de Madrid, el panorama es magnífico". Bernedo también recomienda iniciarse leyendo revistas cientificas, porque ayudan a acercarse a los grandes descubrimientos. "Creo que el más importante es el método científico o lo que es lo mismo proponer una teoría, ser capaz de desarrollarla y, por supuesto, demostrarla", explica Bernedo. "Por ejemplo: la Tierra es redonda, ¿y cómo demostrarlo? Porque los barcos cuando van por el mar no ven la tierra, ya que la superficie no es plana".

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Bernedo recuerda cómo un sabio griego, observando las burburjas en su bañera, descubrió la ley de la flotación de los cuerpos que llevaría su nombre: el principio de Arquímedes. El descubrimiento fue un proceso mucho más lento de como se cuenta. Arquímedes, probablemente, tuvo que dedicar mucho tiempo a este empeño hasta que un hecho fortuito como la observación de una burbuja le permitió encajar la última pieza.

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