Tribuna:

Irta

Es el último tramo de la costa valenciana que todavía no ha sucumbido a la voracidad urbanizadora. Goza de valores paisajísticos, ecológicos, geológicos y marinos que, dado lo poco que nos queda, la convierten en un valiosísimo enclave. Sin embargo, carece de protección efectiva y, a poco que nos descuidemos, acabará como el resto del litoral. La Serra d'Irta, entre Peñíscola y Alcalà de Xivert, constituye prácticamente la última oportunidad para que las generaciones venideras tengan la posibilidad de conocer cómo era su país antes de la llegada del desarrollismo salvaje que ha acabado con el ...

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Es el último tramo de la costa valenciana que todavía no ha sucumbido a la voracidad urbanizadora. Goza de valores paisajísticos, ecológicos, geológicos y marinos que, dado lo poco que nos queda, la convierten en un valiosísimo enclave. Sin embargo, carece de protección efectiva y, a poco que nos descuidemos, acabará como el resto del litoral. La Serra d'Irta, entre Peñíscola y Alcalà de Xivert, constituye prácticamente la última oportunidad para que las generaciones venideras tengan la posibilidad de conocer cómo era su país antes de la llegada del desarrollismo salvaje que ha acabado con el resto. Pero parece ser que existen intereses muy poderosos que lo pueden impedir. Y los repetidos incendios que ha sufrido este verano son el principal indicio de la amenaza que se cierne sobre este valioso enclave. Hasta hace bien poco, la Serra d'Irta había escapado a la plaga del fuego. Pero de repente ha empezado a sufrir la agresión de los pirómanos. La última se registró la semana pasada y, como en anteriores ocasiones a lo largo de los últimos meses, en un día clave, con viento. Al parecer, hay alguien interesado en que Irta se queme. La urbanización ilegal, la presión turística, la caza y la pesca furtivas, la realización de pruebas ilegales de vehículos todoterreno, trabajos forestales poco adecuados y, finalmente, el fuego, representan amenazas de grueso calibre para un espacio tan valioso. Los ayuntamientos afectados presionan para que se permitan las urbanizaciones. Y la Administración autonómica todavía no ha alumbrado el plan de ordenación de recursos naturales que se anunció hace ya tres años, ni ha aprobado la declaración de parque natural. En estas condiciones, la Serra d'Irta está totalmente indefensa. Las denuncias de grupos ecologistas parecen no hacer mella. Antes al contrario, parecen alentar las agresiones, especialmente de los pirómanos. Y eso que en teoría los terrenos quemados no pueden ser urbanizados. Pero hay ejempos de sobra -alguno muy reciente, como Terra Mítica- para sospechar lo peor. Si no se aceleran los trámites para su protección, es muy posible que perdamos para siempre el último tramo virgen de nuestra costa.

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