Crítica:CRÍTICA - TEATRO

Diatriba medieval

ArcipresteDe Alfonso Martínez de Toledo, en versión de Alberto Miralles. Intérpretes: Rafael Álvarez, El Brujo. Iluminación: Oskar Adiego. Vestuario, David Vela. Escenografía: María José Norte. Música: Javier Alejano. Dirección: Rafael Álvarez. Teatro Olympia. Valencia.

Montado para el pasado Festival de Almagro, este nuevo espectáculo de Rafael Álvarez, El Brujo, que tiene todavía en gira El lazarillo de Tormes y El contrabajo, está destinado sin duda a durar tanto en los escenarios como sus predecesores, ya que está hecho a la medida de las singularidades interpretat...

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ArcipresteDe Alfonso Martínez de Toledo, en versión de Alberto Miralles. Intérpretes: Rafael Álvarez, El Brujo. Iluminación: Oskar Adiego. Vestuario, David Vela. Escenografía: María José Norte. Música: Javier Alejano. Dirección: Rafael Álvarez. Teatro Olympia. Valencia.

Montado para el pasado Festival de Almagro, este nuevo espectáculo de Rafael Álvarez, El Brujo, que tiene todavía en gira El lazarillo de Tormes y El contrabajo, está destinado sin duda a durar tanto en los escenarios como sus predecesores, ya que está hecho a la medida de las singularidades interpretativas de su protagonista. Una diatriba singularmente antifeminista puesta en boca de un clérigo del siglo XV da pie a Alberto Miralles para concentrar en una hora un texto de un par de centenares de páginas y a Rafael Álvarez, para mostrar una vez más sus excelentes dotes de monologuista que sabe como nadie lanzar guiños al público, en un tipo de teatro que el intérprete y director localiza en la tradición de la picaresca española, que reinstaura a su manera una antigua tradición de nuestra escena.

El interés, nada desdeñable, del asunto radica tanto en la posibilidad de escuchar un texto clásico, aunque menor, en la conversión de los espectadores en los feligreses que reciben el sermón del iracundo clérigo y en esa vuelta de tuerca, a la que juegan tanto la versión como la actuación de El Brujo, de convertir el dicterio en una especie de ironía acerca de sí mismo, de manera un tanto próxima al modo en que algunas cadenas televisivas relatan los más terribles episodios criminales sin disimular su secreta fascinación por los hechos que transmiten.

EL Brujo está como siempre, divertido, sobrado de facultades, algo más contenido que en otras ocasiones y siempre convincente. El especutáclo será un éxito seguro.

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