Reportaje:PANEL DE AGOSTO

Las heridas de Peñalara

Medio Ambiente lucha por recuperar la zona natural donde, durante 30 años, funcionó la estación de esquí de Valcotos, en la sierra de Guadarrama

En el parque natural de Peñalara, en pleno corazón de la sierra de Guadarrama, se notan todavía las viejas heridas que durante 30 años dejó la antigua estación de esquí alpino de Valcotos. Algunas de ellas no sanarán nunca o tendrán que pasar muchísimos años antes de que esa zona, paraíso de excursionistas, vuelva a ser lo que un día fue.Será una tarea difícil, pero no imposible. Juan Vielva Juez, el director del parque, es un convencido de ello: "El trabajo casi no lo ves, no enseguida. Pasarán muchos años", dice.

A las once de la mañana de un día cualquiera, caminar por lo que era la ...

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En el parque natural de Peñalara, en pleno corazón de la sierra de Guadarrama, se notan todavía las viejas heridas que durante 30 años dejó la antigua estación de esquí alpino de Valcotos. Algunas de ellas no sanarán nunca o tendrán que pasar muchísimos años antes de que esa zona, paraíso de excursionistas, vuelva a ser lo que un día fue.Será una tarea difícil, pero no imposible. Juan Vielva Juez, el director del parque, es un convencido de ello: "El trabajo casi no lo ves, no enseguida. Pasarán muchos años", dice.

A las once de la mañana de un día cualquiera, caminar por lo que era la antigua estación es como entrar en otra dimensión. "Casi no puedes creer que exista un sitio así a una hora de una ciudad tan enloquecida como Madrid", dice el director del parque, mientras va dando instrucciones a los trabajadores. "Por aquí no pueden circular coches" o "hay que averiguar cómo esas vacas cruzaron la cerca" se le oye decir.

Tras varios años de trabajo, quedan aún por eliminar todos los impactos visuales, como la antigua escuela de esquí y un autoservicio. Ya se han reemplazado los viejos aparcamientos y el proceso de recuperación se halla ahora en la fase B, es decir, la recuperación de la vegetación. En el periodo 1999-2000 la Comunidad tiene previsto invertir unos 800 millones de pesetas en esta zona.

En lo alto del parque sólo reina el silencio. Un silencio que casi pesa. Que se confunde con el paisaje verde y azul de las montañas y el cielo. "El silencio es el bien que mejor define a la montaña", dice Vielva.

Unos pasos más allá, un par de excursionistas contemplan, admirados, el entorno natural. Son visitantes que en algún momento estuvieron en el lugar, cuando todavía existía la estación. "Estáis haciendo un trabajo estupendo", dicen casi al unísono.

El parque de Peñalara fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional gracias a la Real Orden del 30 de septiembre de 1930. En 1969 comenzó la construcción de la estación de esquí, que afectó gravemente al entorno protegido. A mediados de los ochenta, las amenazas de urbanización de ese sector estuvieron a punto de acabar definitivamente con el parque. La Comunidad, entonces, adquirió en 1999 la finca que albergaba la estación y comenzó así su renacimiento. "Lo que queremos es que esto vuelva a ser una montaña", insiste Juan Vielva.

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Al llegar a uno de los puntos más altos del área se ve a lo lejos la laguna Grande de Peñalara, situada a unos 2.000 metros de altura. En ese lugar, Juan Vielva cuenta que, cuando llega el invierno, la laguna entera se convierte en una inmensa capa de hielo que puede alcanzar un metro y medio de espesor.

Es justo en esa zona donde se notan más los daños ecológicos que ocasionó la estación. En las orillas quedaron grandes taludes sometidos a una fuerte erosión. Además, desde 1997, el grave deterioro medioambiental que presentaba ese depósito natural de agua hizo que se suprimiera una travesía a nado que se celebraba desde 1927.

Los visitantes que acuden al parque pueden apreciar la laguna Grande, pero no les está permitido acercarse demasiado. A la Consejería de Medio Ambiente no le interesa convertir este lugar, auténtico museo de la era del cuaternario, en un sitio masivo. "Nos interesa la calidad de la visita. Nos interesa el visitante que quiere impregnarse de montaña, pero no el típico dominguero", dice Juan Vielva, sentado en una piedra enorme desde la que se divisa en toda su dimensión una buena parte de Peñalara.

Al fondo, las montañas ofrecen una inmensa variedad de verdes, para los que el director tiene una explicación: "Es que en este lugar hay unas 150 variedades de líquenes", afirma.

Este espacio natural, inmerso en el corazón de la sierra, tiene 768 hectáreas y se inscribe en el término municipal de Rascafría. Su altitud oscila entre los 1.600 y los 2.400 metros. Para recorrerlo, Medio Ambiente propone varias rutas, pero la más interesante es la que va desde el puerto de Cotos hasta Rascafría. Se pueden obtener más datos en el Centro de Información y Recursos del Parque Natural de Peñalara (teléfono 918 52 08 57).

A un lado del camino, unos jóvenes ingenieros recogen semillas. En este lugar que parece más cerca del cielo hay restos de vegetación de hace 3.000 años. Los expertos intentarán repoblar las zonas lastimadas con variedades vegetales autóctonas. "Pero de todo lo que recogen", dice casi resignado Juan Vielva, "sólo un 10% volverá a ser fértil".

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