Reportaje:VERANO2000QUÉ CALOR GONZALO RODRÍGUEZ - PELETERO

Forrados de pieles hasta el mes de julio

Medio millón de pesetas cuesta un abrigo barato de visón. Hacerlo, uno, dos, tres o cuatro días según las dificultad de casar las pieles de estos animales originarios del continente americano. En Campillos, un pueblo malagueño, nueve trabajadores fabrican estas prendas que en esta época del año, mes de julio y a una temperatura de 35 grados, dan más calor colgadas a dos metros que puestas en invierno.La confección de estas prendas es un oficio artesano que realizan 32 trabajadores en invierno y nueve personas en verano bajo el mando de Gonzalo Rodríguez. Nueve personas que trabajan todas las m...

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Medio millón de pesetas cuesta un abrigo barato de visón. Hacerlo, uno, dos, tres o cuatro días según las dificultad de casar las pieles de estos animales originarios del continente americano. En Campillos, un pueblo malagueño, nueve trabajadores fabrican estas prendas que en esta época del año, mes de julio y a una temperatura de 35 grados, dan más calor colgadas a dos metros que puestas en invierno.La confección de estas prendas es un oficio artesano que realizan 32 trabajadores en invierno y nueve personas en verano bajo el mando de Gonzalo Rodríguez. Nueve personas que trabajan todas las mañanas y a las que no les extraña fabricar abrigos un mediodía del mes de julio.

El calor no aprieta en la fábrica donde las costureras se afanan en terminar las últimas prendas que se almacenan hasta septiembre, cuando el frío anime a la gente a gastarse desde 350.000 pesetas en un abrigo de zorro hasta los cuatro millones de una marta cebellina. Estos días de fin de mes, las tiendas que la fábrica Zerimar tiene en Campillos están desiertas y tan sólo un par de dependientas esperan el cierre de los comercios para irse a casa. Dependientas que, al igual que los trabajadores, no pasan calor pese a estar rodeados de pieles. El aire acondicionado, no se sabe si para contrarrestar los cálidos mantos, funciona a tope. Ni un alma aparece en las tiendas y en la fábrica la actividad es mínima. Últimos retoques a los visones antes de marchase de vacaciones.

Once tiendas en Andalucía y unas 80 franquicias en España venden abrigos durante todo el año. Las pieles de zorros, visones, martas, marmotas, carneros y ocelotes esperan en los almacenes de Campillos antes de salir a las calles de Granada, Córdoba o Zaragoza convertidas en abrigos. La fábrica cierra en agosto aunque en septiembre numerosas personas irán a recoger los abrigos arreglados. Porque los visones, al contrario que otras prendas, pueden durar 40 ó 50 años según Gonzalo Rodríguez, que cuenta que una clienta italiana afincada en Marbella que rehace su abrigo todos los años siguiendo los cánones de la moda.

Este peletero, que llegó de París hace 16 años y que ha formado a todos los trabajadores de su taller, vecinos de Campillos y de Teba, enseña orgulloso las distintas salas para la confección de abrigos de visón. "Este año se llevan los pelos cortos porque estilizan la figura mucho más que los largos", comenta tras mostrar los almacenes repletos de pieles de mamíferos que quitarían el sueño a cualquier ecologista. Del almacén, las pieles pasan al taller de peletería donde se trabaja el visón, el zorro, el mouton (carnero), ocelotes, astracanes... que dependiendo de su piel exigen más o menos trabajo.Hasta 20 visones pueden ser necesarios para realizar un abrigo. La dificultad es lograr que no se note que la piel no proviene de un único animal sino que es la unión de muchos. Para conseguirlo, se cortan y se unen las pieles de los animales por sitios donde el dibujo sea parecido para lograr la uniformidad del abrigo. Cuando la pieza está terminada se limpia la prenda con serrín de panocha de maíz para eliminar los pelos que sobran y se plancha.

Un abrigo de retales puede realizarse en cuatro horas. Para confeccionar uno de lomos de visón se tarda unas 40 horas.

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Los visones se compran por partidas en las subastas que se realizan durante el mes de octubre en Finlandia, Seattle, Toronto, Copenhague y San Petesburgo. Un broker que representa a la empresa puja por las partidas de los mamíferos que han sido criados en granjas. Este año, el precio de los visones se ha disparado debido a que Corea pujó muy alto aunque la gente sigue comprándolos porque "no se conforma con abrigos de conejo o de nutria" aclara Gonzalo. El año pasado, la fábrica Zerimar vendió unos mil visones y reparó o transformó unos 2.000.

La clientela es mayoritariamente española. En Granada es donde se venden más visones, aunque también compran las familias rusas que veranean en la Costa del Sol ya que su producto nacional, a pesar de tener una "excelente" materia prima, "no tiene un buen acabado" según señala Gonzalo Rodríguez. Por eso, al acabar el verano, los rusos se van de la playa con el abrigo puesto.

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