El símbolo de la discordia

Los primeros disparos de la guerra civil norteamericana los realizaron en 1861 soldados de Carolina del Sur, y el sábado, dos soldados de la academia militar The Citadel, herederos de aquéllos, arriaron la bandera sudista de la Confederación del mástil del capitolio de Carolina del Sur. Fue una ceremonia tensa, entreverada de abucheos, silbidos, insultos y amenazas, como corresponde a una bandera cargada de emociones y vejaciones, según la miren blancos secesionistas o negros cuyos ancestros fueron esclavos. Portadores de pancartas con la palabra "Vergüenza" y quienes defendían la bandera de D...

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Los primeros disparos de la guerra civil norteamericana los realizaron en 1861 soldados de Carolina del Sur, y el sábado, dos soldados de la academia militar The Citadel, herederos de aquéllos, arriaron la bandera sudista de la Confederación del mástil del capitolio de Carolina del Sur. Fue una ceremonia tensa, entreverada de abucheos, silbidos, insultos y amenazas, como corresponde a una bandera cargada de emociones y vejaciones, según la miren blancos secesionistas o negros cuyos ancestros fueron esclavos. Portadores de pancartas con la palabra "Vergüenza" y quienes defendían la bandera de Dixie al grito de "¡Poder blanco!" tuvieron que ser separados por la policía. Los fantasmas del racismo y de la guerra civil aún recorren los campos del sur.La bandera con el aspa azul estrellada sobre un campo rojo ha ondeado en la cúpula del Capitolio de Columbia, la capital de Carolina del Sur, durante 38 años, desde que fue izada para conmemorar el primer centenario del estallido bélico entre el norte industrial y el sur agrario, sostenido entonces por una economía basada en el esclavismo. La misma bandera se alzó en 1961 y 1962 en otros lugares de Estados Unidos para recordar la misma historia, pero sólo en Carolina del Sur ha flameado hasta ahora junto a la de la nación y la del Estado.

Para los negros era un flagrante recordatorio de un pasado de humillación y explotación, crecientemente insufrible. Décadas de protestas y peticiones culminaron el pasado verano con la imposición de un boicoteo turístico a Carolina del Sur por la NAACP, influyente organización negra que combate la discriminación y el racismo. Aquella decisión obligó a la clase política de Carolina del Sur a reaccionar y, finalmente, pactar una solución de compromiso. La bandera de la Confederación desaparecería del mástil y del interior de las dos Cámaras para pasar a un museo, pero se alzaría otra en el monumento al Soldado Confederado erigido frente al Capitolio.

"Parte de mí quisiera que la bandera ondeara en la cúpula, pero el compromiso alcanzado es muy bueno", mantiene June Wells, presidenta de las Hijas Unidas de la Confederación, grupo que defiende el patrimonio histórico del sur. "La bandera representará ahora la historia, mientras que en la cúpula parecía que representaba al Gobierno". El patrimonio que custodia Wells es precisamente lo que los negros no pueden soportar. "Cuando los blancos hablan de su patrimonio pasan por alto que nosotros éramos de su propiedad. Para mí, eso es un patrimonio aborrecible", señalaba Kay Paterson, uno de los primeros negros elegidos en 1974 para la Cámara de Carolina del Sur.

Wells pertenece a los blancos ilustrados, los que han pretendido guardar la bandera en la aséptica urna del patrimonio bajo la consigna de Heritage not hate (Patrimonio, no odio). Es un modo de engañarse. "Yo soy un blanco racista, supremacista, y no lo niego", decía uno identificado sólo como J.D. "No dejan de maravillarme todos esos del Patrimonio, no odio, que están todo el rato llorando y diciendo que la Confederación no era un Gobierno blanco y racista".

Al tiempo que la bandera desaparecía de la cúpula, otra más pequeña, cuadrada y con bordes blancos, copia exacta de la que recorrió los campos de batalla hace casi siglo y medio, se elevaba en el mástil del monumento a los caídos en una ceremonia en la que participaron 12 hombres, vestidos de soldados sudistas, que avanzaron hacia el monolito al ritmo de tambores. Allí fue donde estallaron las pasiones. Los contrarios a la bandera hicieron sonar silbatos y levantaban carteles amarillos con la palabra "Vergüenza" mientras decenas de confederados hacían ondear las que habían traído de casa entre gritos de "¡No nos rendiremos!" y "¡Poder blanco!".

James Gallman, presidente de la NACCP en Carolina del Sur, calificaba de "linchamiento moral" el que la bandera rebelde siga ondeando en los cielos del sur, y prometía intensificar el boicoteo económico. James Custer, camionero que adorna su vehículo con la bandera de Dixie, estaba indignado. Para él, que cree que retirar la bandera del Capitolio es una magnífica concesión, está claro que lo que buscan los negros es eliminar todo vestigio de símbolos confederados en el sur. "Los negros no saben cuándo deben dejar de pelear", decía. "La guerra no ha terminado".

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