Editorial:

Eficacia, no bronca

En la sesión de control parlamentario del miércoles, el ministro del Interior negó la mayor: su departamento no ha ocultado información a la Ertzaintza y no hubo servicio de contravigilancia en torno a Fernando Buesa, el dirigente socialista vasco asesinado por ETA. Por tanto, carecía de sentido la acusación implícita en la interpelación del diputado del PNV González de Txabarri: que la policía estaba al cabo de la calle de lo que se preparaba, pero prefirió utilizar a Buesa como cebo para capturar al comando etarra. Una acusación que fue lanzada inicialmente por Arzalluz. Ayer fue un cargo in...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En la sesión de control parlamentario del miércoles, el ministro del Interior negó la mayor: su departamento no ha ocultado información a la Ertzaintza y no hubo servicio de contravigilancia en torno a Fernando Buesa, el dirigente socialista vasco asesinado por ETA. Por tanto, carecía de sentido la acusación implícita en la interpelación del diputado del PNV González de Txabarri: que la policía estaba al cabo de la calle de lo que se preparaba, pero prefirió utilizar a Buesa como cebo para capturar al comando etarra. Una acusación que fue lanzada inicialmente por Arzalluz. Ayer fue un cargo institucional, la vicepresidenta del Gobierno vasco, Idoia Zenarruzabeitia, quien elevó un grado la bronca al manifestar que hubo "ocultación de información" por parte del ministerio y que de ella pudo derivarse el atentado en el que murieron Buesa y su escolta.Ocultar es una palabra muy grave. Hubo ocultación, por ejemplo, cuando Ibarretxe se abstuvo de informar a los electores de la existencia de compromisos entre su partido y ETA. Lo que ahora se plantea no es exactamente eso: la policía, con mayor o menor acierto, no valoró como relevante o urgente la información sobre Buesa capturada a los miembros de un comando. La relativa a otras personas sobre las que los terroristas sí tenían datos elaborados fue comunicada de inmediato a la Ertzaintza. La información sobre Buesa era muy superficial e idéntica a la de otros 360 posibles objetivos -la mayoría de ellos, políticos del PP- hallada en poder del comando. La explicación es razonable y en absoluto justifica que Txabarri replicase llamando al ministro "dictadorzuelo de república bananera". Hasta para insultar hace falta un mínimo talento. Mucho menos justifica la irresponsable acusación de la vicelehendakari Zenarruzabeitia.

Pero el hecho es que asesinaron a Buesa y a su escolta. En vez de enzarzarse en una guerra de descalificaciones, la lógica exige que los respectivos departamentos de Interior revisen, a la luz de esa experiencia, los criterios de coordinación; que se establezca algún mecanismo para valorar conjuntamente la información obtenida por una policía y las medidas a adoptar por la otra. La desconfianza política no debería afectar a la eficacia operativa. A los responsables de ambos ministerios no se les paga para que sean amigos, sino para que sean eficaces.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En