Sueños y lápices, proyectos

Los arquitectos que proyectan en Madrid sus obras cuentan desde esta semana con un espacio nuevo para mostrar sus edificios más recientes. En la calle de Piamonte, 23, se encuentra el ámbito recién estrenado. Es la sede de la Fundación del Colegio de Arquitectos. Pese a que lo pueda parecer, no es un escenario para el narcisismo profesional. Consiste más bien en un lugar abierto a todos cuantos deseen ponerse al día sobre las obras y los proyectos arquitectónicos más actuales, surgidos de los alarifes más creativos colegiados en Madrid. Así lo explica Javier Mosteiro, presidente de la comisión...

Los arquitectos que proyectan en Madrid sus obras cuentan desde esta semana con un espacio nuevo para mostrar sus edificios más recientes. En la calle de Piamonte, 23, se encuentra el ámbito recién estrenado. Es la sede de la Fundación del Colegio de Arquitectos. Pese a que lo pueda parecer, no es un escenario para el narcisismo profesional. Consiste más bien en un lugar abierto a todos cuantos deseen ponerse al día sobre las obras y los proyectos arquitectónicos más actuales, surgidos de los alarifes más creativos colegiados en Madrid. Así lo explica Javier Mosteiro, presidente de la comisión de cultura de la junta directiva del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, que rige el académico Fernando Chueca Goitia. Los siete miembros de la comisión se han comprometido a seleccionar, cada dos meses, un puñado de los mejores proyectos y exhibirlos al público, dice Rubén Picado, coordinador de la exposición. Con esta iniciativa brota una fuente para irrigar con frescura de ideas el debate estético en Madrid y proseguir, de paso, la catalogación de la mejor arquitectura de la ciudad.Los visitantes tienen, pues, un paraje donde realizar su contacto con el universo de la arquitectura y del cual, durante muchos años, tantas leguas les han separado. La distancia la marcó el divorcio entre el lenguaje de la calle y el del arquitecto, que el ámbito recién abierto pugna por conciliar. Hay proyectos de Amann, Cánovas y Maruri; de Fernando Espuelas; del estudio de los hermanos Cano Lasso..., nombres de gran peso en la joven arquitectura madrileña.

La educación estética de la mayor parte de los ciudadanos suele detenerse en el bachillerato, pero algunos de los arquitectos seleccionados ahora se atribuyen una cuota de responsabilidad en ello por no hacerles llegar los nuevos, y a veces complejos, lenguajes arquitectónicos.

El arquitecto donostiarra José Ignacio Linazasoro muestra en el nuevo espacio su proyecto de iglesia para la localidad madrileña de Valdemaqueda: "Me he inspirado en el arte visigótico y en el bizantino, en busca del misterio y la emoción que yacen en el corazón de los templos", explica.

Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto pertenecen al núcleo de alarifes más activos de Madrid. Su estudio despliega seductores proyectos: desde la conversión en viviendas de una fortificación de la ocupación nazi en Lorient, en la costa atlántica francesa, hasta la flamante sede de la Junta Municipal de Latina, que exhiben en la exposición de la calle de Piamonte. Han optado por versar el sentido de este recinto hacia un patio interior transparente e iluminado y estriar elegantemente su fachada. Fuensanta lo explica con una sonrisa: "El reto consistía en afirmar el papel de la arquitectura pública en la definición del entorno donde surge".

Enrique Pujana y Miguel Rodríguez viven el gozo previo a instalar, en tres semanas, el caprichoso diseño de un herraje plateado en forma de lazo, de 70 toneladas de peso, 17 metros de altura y 16 de diámetro, en una raqueta de la ruta entre Leganés y la M-40. Cuatro grúas esperan la orden de izar este símbolo reflectante que distinguirá su enclave para siempre. Incluso para las aeronaves.

En la lid a veces feroz que libran por conjugar mil variables de utilidad, belleza y economía, de los lápices de los arquitectos jóvenes, en Madrid, siguen fluyendo sueños.